LA POLICÍA LLEGA EN MASA PARA EJECUTAR UN DESALOJO ILEGAL DE UNA COMUNIDAD INDÍGENA EN PARAGUAY. MIEMBRO DE LA COMUNIDAD KA'A POTY VÍA AL JAZEERA
Una oleada de conflictos violentos azota el
campo paraguayo; la provoca la demanda de tierras para un único cultivo: la
soja.
Enclavado entre Brasil y Argentina, en el
corazón de América del Sur, Paraguay es el cuarto exportador de soja del mundo.
Sin embargo, las repercusiones sociales y ambientales de la industria paraguaya
de la soja se han sometido a un escrutinio escaso en comparación con el de sus
enormes vecinos.
Esto se debe en parte a que la producción de
soja en Paraguay genera menos deforestación. La soja se cultiva principalmente
en la fértil zona este del país, que ya había perdido la mayor parte de sus
bosques en los albores del siglo xxi.
No obstante, como demuestra la investigación
de Global Witness, esta situación ha alentado a las empresas occidentales
a hacer la vista gorda ante violaciones generalizadas de derechos humanos. En
el núcleo de la producción de soja de Paraguay, las comunidades rurales están
padeciendo desalojos ilegales, ataques armados, intoxicación por fumigaciones
ilegales y criminalización, todo ello por un afán de obtener tierra en la que
cultivar soja para la exportación.
En 2022, viajamos al este de Paraguay para
investigar este conflicto.
Campesino and Indigenous peoples at the ‘XXVII Gran Marcha Campesina’ (27th Big Campesino March) demonstrate against land injustice and impunity, Asuncion, 25 March 2022. Global Witness
Visitamos diversas comunidades indígenas y
campesinas en cuatro de los principales departamentos de cultivo de soja de
Paraguay, con el fin de reunir pruebas de las violaciones de derechos e
identificar a los productores de soja responsables.
Observamos que el Estado paraguayo ha
abocado al desamparo a las comunidades, que se ven indefensas ante la intensa
expansión de la industria agrícola a gran escala. Fuimos testigos de los
esfuerzos de las comunidades de defensores de la tierra y el medio ambiente por
ofrecer resistencia. Y documentamos la vinculación que existe entre las
denuncias de violaciones de los derechos humanos y algunas de las empresas más
importantes del mundo.
El 90 % de la cosecha de soja de Paraguay se
exporta, y estas exportaciones las gestionan inmensas multinacionales de
productos básicos que controlan el comercio mundial de los cereales y
oleaginosas. Cerca del 40 % de las exportaciones de soja de Paraguay las
gestionan únicamente dos de estas empresas: Cargill y ADM. Juntos, estos
gigantes estadounidenses dominan la economía paraguaya y perciben una enorme
cantidad de ingresos de la tierra paraguaya.
Para cada uno de los conflictos comunitarios
que detectamos, determinamos quiénes eran los comerciantes que compraban soja a
aquellos productores que cometían violaciones de derechos humanos. En todos los
casos, encontramos vínculos con ADM o Cargill. En dos, también descubrimos
vínculos con un tercer gigante estadounidense: Bunge.
A continuación, trazamos el viaje que seguía
esa soja posteriormente. El 80 % de la cosecha mundial de soja se destina
a la alimentación animal. A partir de datos de los envíos y entrevistas a
personas que trabajan en los sectores pertinentes, logramos delimitar las rutas
por las opacas cadenas de suministro que relacionan las violaciones de los
derechos en Paraguay con dos de las mayores empresas cárnicas de Europa.
Una de las rutas nos llevó a 2 Sisters,
la mayor empresa de producción de pollo del Reino Unido, proveedora de gigantes
corporativos como Tesco, Marks and Spencer, KFC y Nando’s.
La segunda nos llevó a Danish Crown, la
mayor empresa de transformación de carne de Europa, que suministra a un gran
número de los principales minoristas del continente, entre ellos, Sainsbury’s,
Carrefour, Intermarché, Lidl y Netto.
Las compras históricas y continuadas de soja
por parte de los comerciantes a agricultores paraguayos que han violado
derechos humanos básicos representan atroces incumplimientos de las normas
internacionales de las Naciones Unidas y la Organización de Cooperación y
Desarrollo Económicos (OCDE).
Además, las empresas europeas que hemos identificado
en nuestra investigación heredan sin demasiadas contemplaciones esos
incumplimientos e incluso los incorporan a los compromisos voluntarios de sostenibilidad
que han adoptado para garantizar que la soja de sus cadenas de valor «se
produzca de forma responsable» para 2025.
Nuestra investigación demuestra que las
empresas implicadas han adoptado lo que nosotros consideramos una trampa
contable: la llamada «certificación de balance de masas». Mediante este sistema
—aparentemente diseñado para contribuir a sanear las importaciones de soja de
Europa—, se mezcla soja procedente de explotaciones como las que visitamos en
Paraguay en remesas con una certificación nominal, lo que provoca que la
mayoría de las importaciones de soja paraguaya de Europa procedan parcialmente
de un origen turbio.
La aceptación y promoción de esta soja supuestamente
«sostenible» por los propios comerciantes, las empresas de alimentación animal
a las que abastecen, las explotaciones industriales, los procesadores de carne y
los minoristas de grandes marcas mencionados en este informe constituyen una
negligencia disfrazada de sostenibilidad y garantizan el riesgo de que se
violen derechos humanos en estas cadenas de suministro.
Nuestra investigación demuestra que, como
resultado de esos fallos, es probable que millones de consumidores europeos de
productos de 2 Sisters y Danish Crown también estén comprando
productos fabricados a expensas de los derechos humanos fundamentales de
comunidades indígenas y campesinas de Paraguay.
Global Witness envió sus hallazgos a todas las
empresas implicadas. Prácticamente todas las que nos respondieron afirmaron que
investigarían lo que consideraban violaciones de sus políticas en materia de
derechos humanos y territoriales. Todas las respuestas recibidas se resumen en la
tabla que aparece a continuación y algunas se incluyen en este informe.
Los Gobiernos europeos hace tiempo que adquirieron el compromiso de
poner fin a la complicidad de las empresas en los daños y perjuicios en materia
de derechos humanos y de medio ambiente.
La Unión Europea (UE) ha propuesto recientemente dos instrumentos
legislativos que obligan a las empresas a eliminar de sus cadenas de valor las
violaciones de derechos humanos y las agresiones contra el medio ambiente y el
clima.
El reglamento sobre la deforestación y la directiva sobre diligencia
debida de las empresas en materia de sostenibilidad que se han propuesto
exigirán a las empresas que lleven a cabo controles de sus cadenas de
suministro (conocidos como «diligencia debida») para determinar las
repercusiones que tienen y podrían tener, para evitar que sus actividades
contribuyan a causar más daños y perjuicios y para abordar aquellos que ya se
hayan producido.
Este proceso podría contribuir a la erradicación de estas malas
prácticas de las cadenas de valor de las empresas, especialmente en el caso de
los productos agrícolas polémicos, como la soja.
Sin embargo, estas propuestas aún se están negociando y resulta
crucial garantizar que la rendición de cuentas que exijan sea suficiente.
Las campañas de presión de la industria, que incluye a muchos de los
comerciantes y empresas de alimentación animal mencionados en esta
investigación, han propuesto que las nuevas normas sobre deforestación acepten
sistemas de certificación falibles que garantizarían la continuidad de las
importaciones de soja manchada por el acaparamiento de tierras y las
vulneraciones de los derechos humanos. Si bien el Parlamento Europeo se está esforzando
por oponer resistencia, el reglamento sobre la deforestación propuesto por la
UE solo se aplicará a los casos de derechos humanos relacionados con una
deforestación reciente, con lo que no abarcará los casos como los mencionados
en este informe.
El proyecto de directiva de la UE sobre diligencia debida en materia
de derechos humanos también tiene muchas fisuras. Podría ser que empresas como
ADM y Cargill no estuvieran obligadas a ejercer la diligencia debida con todos
los agricultores de los que se abastecen, como los de Paraguay que reveló
nuestra investigación.
El proyecto de directiva da carácter oficial precisamente a los tipos de «regímenes sectoriales» y «comprobación independiente por terceros» que nuestra investigación ha demostrado que son un cauce de riesgos estructurales para los derechos humanos y que pueden evitar que las empresas tengan la obligación legal de rendir cuentas.
El proyecto de directiva de la UE sobre diligencia debida en materia
de derechos humanos debe apoyar y en ningún caso sustituir o socavar los
derechos existentes en virtud del Convenio número 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y la Declaración de las Naciones Unidas sobre
los Derechos de los Pueblos Indígenas, entre ellos, el derecho de los pueblos
indígenas a no ser expulsados de sus tierras o territorios, su derecho a la
reparación o compensación por las violaciones de sus derechos territoriales y
su derecho a ejercer el consentimiento libre, previo e informado (CLPI).
También se ha instado al Gobierno del Reino Unido a que introduzca una
legislación similar sobre diligencia debida en materia de derechos humanos y
medio ambiente para las empresas, pero este aún no ha propuesto planes
concretos para hacerlo. Por otra parte, algunos de los casos de este informe
podrían abordarse en el marco del anexo 17 de la Ley de Medio Ambiente de 2021.
Sin embargo, este anexo exige que la Secretaría de
Estado formule otra normativa antes de que pueda pedirse cuentas a las
empresas como las de este informe y las fechas
previstas para su aprobación están en el aire.
Nuestra investigación pone de manifiesto por qué los legisladores europeos deben asegurarse de reforzar la legislación propuesta con el fin de dar prioridad a las personas y al planeta frente a las trampas contables, la opacidad y la impunidad de las empresas que dominan el sistema alimentario industrial europeo.
Deben imponer normas sólidas y ejecutables que responsabilicen a las
empresas de la eliminación de los daños y perjuicios en materia de derechos
humanos y de medio ambiente producidos en sus cadenas de suministro y de la
provisión de reparación cuando estos se produzcan.
Las comunidades campesinas indígenas y marginadas afectadas por
violaciones de los derechos humanos en las zonas rurales de Paraguay dependen
de ello.
Problemas en Paraguay
- La producción de soja en Paraguay está fomentando una oleada de
conflictos y desposeimientos que afecta tanto a los pueblos indígenas del país
como a las comunidades de pequeños agricultores, o campesinos.
- En 2022, Global Witness visitó varias de las comunidades afectadas en
diferentes puntos de cuatro de los principales departamentos productores de
soja de Paraguay: Alto Paraná; Candindeyú; San Pedro y Caaguazú.
- En ese viaje, documentamos una gran cantidad de graves violaciones de
derechos humanos: desalojos forzosos, ataques armados, intoxicaciones químicas,
amenazas, intimidaciones y la criminalización de comunidades que reivindicaban
legítimamente sus tierras.
UBICACIón DE COMUNIDADES INDÍGENAS Y CAMPESINAS IMPACTADAS POR VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DE LA TIERRA VINCULADAS CON LA PRODUCCIÓN DE SOJA, Y DE LAS INSTALACIONES DE LAS EMPRESAS INVOLUCRADAS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LA SOJA PRODUCIDA EN LA REGIO
La comunidad de Cerrito
La comunidad indígena de
Cerrito está asentada en los infinitos campos de soja que cubren el
Alto Paraná, la región productora de soja más extensa de Paraguay. Sus
residentes, miembros del pueblo ava guaraní originario del este de
Paraguay, pugnan por volver a la tierra que un día perteneció a sus
antepasados, pero que hoy está dominada por la agroindustria.
«Cuando tenía 12 o 13 años,
esto era todo bosque y había muchos frutos —recuerda Arnalda Martínez, una
mujer de más de 60 años que, como sus padres y abuelos, creció en la zona que
reivindica la comunidad de Cerrito—. Cazábamos y pescábamos en el bosque y
recolectábamos miel y plantas medicinales. ¿Y qué ha pasado ahora? Que ya no
hay bosque. Solo hay soja, no queda nada más».
PERSONAS DE LA TERCERA EDAD DE LA COMUNIDAD AVA GUARANÍ DE CERRITO SE PREPARAN PARA UNA CEREMONIA, 29 DE MARZO DE 2022. GLOBAL WITNESS
ARNALDA MARTÍNEZ, INTEGRANTE DE LA COMUNIDAD INDÍGENA DE CERRITO, HABLANDO CON GLOBAL WITNESS, 29 DE MARZO DE 2022. GLOBAL WITNESS
UNA DANZA CEREMONIAL EN EL JEROKY (TEMPLO) DE LA COMUNIDAD DE CERRITO, 29 DE MARZO DE 2022. GLOBAL WITNESS
MUJERES DE LA COMUNIDAD DE CERRITO PARTICIPANDO EN UNA DANZA CEREMONIAL, 29 DE MARZO DE 2022. GLOBAL WITNESS
Esa
transformación comenzó una mañana de 1955, cuando a un joven capitán del Ejército se le encomendó una misión histórica: abrir una ruta a través del
denso bosque que cubría el sureste de Paraguay.
El proyecto supuso el pistoletazo de salida de un proceso de colonización
apodado «la marcha al este», por el que toda esa zona habitada por una rica
diversidad de pueblos indígenas pasó a manos de terratenientes privados.
«Los indígenas
acabaron arrinconados en las zonas más remotas de propiedades inmensas —explica
la antropóloga Gloria Scappini—. Primero optaron por huir y buscar refugio; más
tarde, emigraron». Fallecieron
miles de personas y Alfredo Stroessner, el brutal dictador paraguayo que colaboró
en la Guerra Fría, fue acusado de genocidio.
En
1992, tras la destitución de Stroessner, Paraguay aprobó una nueva constitución
progresista, cuyo artículo 64 otorga a los pueblos indígenas derechos nuevos de
gran alcance y prohíbe «la remoción o traslado [de los pueblos indígenas] de su
hábitat sin el expreso consentimiento de los mismos». Respaldándose en estos
derechos, las comunidades indígenas como Cerrito luchan ahora por volver a suantiguo territorio.
«No
dejaremos que nadie nos despoje de nuestra cultura —dice Martínez sentada
frente al jeroky o templo de madera de Cerrito—. Por eso, nos
organizamos para volver al lugar del que nos habían expulsado. Regresamos para
recuperar el bosque para nuestros hijos e hijas».
ARNALDA MARTÍNEZ FRENTE A LA CASA DE SU HIJA, QUE FUE DESTRUIDA DURANTE UN DESALOJO. A LAS PERSONAS INTEGRANTES DE LA COMUNIDAD NO SE LES DIO TIEMPO PARA RECOGER SUS PERTENENCIAS NI SU ROPA. GLOBAL WITNESS
La
comunidad de Cerrito volvió a unas tierras que ahora están en manos de un
poderoso productor de soja local, Germán Hutz, que posee la titularidad dedecenas de miles de hectáreas entre los departamentos del Alto Paraná y el
vecino Itapúa. En 2020, Hutz estuvo implicadoen una orden judicial para retener su posesión de ciertas tierras que
reivindicaba la comunidad. Poco después, en marzo de
2021, funcionarios de justicia citaron ese caso con el fin de solicitar ayudapolicial para desalojar a la comunidad de Cerrito.
Desde entonces, la policía ha desalojado a la
comunidad en tres ocasiones disparando pistolas y usando gas lacrimógeno para
expulsar a los residentes y, más tarde, quemando sus casas y su templo, destruyendo sus cultivos y matando a sus
animales. Tras el tercer desalojo, en mayo de 2022, losmiembros de la comunidad se quedaron sin hogar en el frío invierno; algunos de
los menores ni siquiera tenían ropa, ya que no les dieron tiempo para recoger
sus posesiones.
El Instituto Paraguayo del Indígena
(INDI) reprobó los desalojos y enumeró una serie de instituciones, entre ellas,
el propio instituto, a las que debería haberse consultado antes de tomar medida
alguna. Hubo senadores
del Congreso de Paraguay que cuestionaron los procedimientos por los que se habían
autorizado los desalojos. Los grupos en
defensa de los derechos señalan una serie de irregularidades, la más flagrante
de las cuales es que no fue un juez, sino un fiscal, quien autorizó los tres
desalojos, lo que privó a la comunidad de toda oportunidad de hacer oír su
reivindicación territorial. En
consecuencia, los desalojos fueron ilegales y pueden considerarse «desalojos forzosos», lo que las Naciones Unidas describe como «graves violaciones de una
serie de derechos humanos reconocidos internacionalmente».
La soja
cosechada en la zona que reivindica la comunidad de Cerrito se transporta en
camiones a un gran silo propiedad de Germán Hutz situado en el asentamiento
cercano de San Lorenzo. Fuentes de la industria local indicaron que ADM
podría estar abasteciéndose de soja de este silo, algo que la empresa estadounidense
no desmintió cuando se le planteó la pregunta. Hutz no respondió a ninguna de
las alegaciones cuando Global Witness se puso en contacto con él.
Un poco más al sur de Cerrito, otra comunidad ava guaraní, llamada Ka’a Poty, también sufrió dos desalojos forzosos en 2021, además de la destrucción de decenas de viviendas y su escuela
estatal, a pesar de poseer la titularidad de más de 1.000
hectáreas y una sentencia judicialque ratificaba su tenencia. La comunidad vivió en la calle en Asunción durante
ocho meses después del segundo desalojo, en noviembre de 2021. Sin embargo,
tras una nueva verificación de su título de propiedad por parte de los
organismos estatales competentes, el Gobierno les permitió volver a sus tierras en
junio de 2022. No obstante, las tensiones con los agricultores
siguieron siendo numerosas y, en agosto de 2022, algunos miembros de la
comunidad asaltaron una explotación agraria situada en tierras comunitarias;
supuestamente amenazaron, golpearon y atacaron a los residentes, por lo que ahora se enfrentan a toda una serie decargos.
UN CERCO INSTALADO POR UN PRODUCTOR DE SOJA BLOQUEA EL ACCESO A LA TIERRA TITULADA A LA COMUNIDAD DE KA'A POTY. GLOBAL WITNESS
Los
productores de soja que operan en el territorio que reivindica la comunidad Ka’a Poty incluyen a
Agrícola Entre Ríos y Agro Integración[i]. Tanto
Cargill como ADM se abastecen de Agrícola Entre Ríos, entre otras
formas, a través de un intermediario local llamado COPRANAR. Cargill también
adquiere soja de Agro Integración. Agrícola Entre Ríos
no respondió a las alegaciones que presentó Global Witness. Y, a pesar de
los grandes esfuerzos realizados, no pudimos ponernos en contacto con
Agro Integración.
Ni ADM ni Cargill negaron que
se abastecieran de Agrícola Entre Ríos o Agro Integración ni de
ningún productor de soja específico identificado en nuestra investigación como
sus proveedores. Ambas empresas estadounidenses indicaron que habían emprendido
investigaciones sobre las violaciones de sus políticas que ha revelado nuestra
investigación. El 13 de
septiembre, dos semanas después de recibir información de Global Witness,
ADM dijo que en su registro público de reclamaciones se incluiría «en los
próximos días» una entrada relativa a su investigación de los casos
comunitarios mencionados en este informe. En el momento de redactar este
documento no se había publicado ninguna entrada al respecto.
El 19 de
septiembre, ADM afirmó que su investigación preliminar había concluido lo
siguiente: «ninguna de las propiedades o explotaciones agrarias (polígonos)
pertenecientes a los proveedores que abastecen a ADM se solapan con territorios
indígenas ni asentamientos comunitarios de pequeños propietarios ni los invaden
de manera alguna. Ninguna de las explotaciones de las que ADM se abastece de
soja sufrió desalojos». Sin embargo, la empresa no explicó cómo eso era posible
en relación con las comunidades de Cerrito y Ka’a Poty, al igual que tampoco
indicó que hubieran consultado a las comunidades pertinentes. Los protocolos dereclamación de ADM exigen que la empresa colabore con las partes interesadas
pertinentes y publique una entrada de las cuestiones correspondientes en su
registro público de reclamaciones en un plazo de dos semanas tras la recepción
de información sobre violaciones de su política.
Cómo la soja conquistó el este de Paraguay
La
mayor parte de esta expansión se produjo en la frondosa zona subtropical del
este del país ganándole terreno al gran bosque atlántico que penetra en
Paraguay desde la costa atlántica de Brasil. Entre 1973 y 2000, desaparecieron
dos tercios del bosque atlántico de
Paraguay, lo que supone una pérdida de 40.000 kilómetros cuadrados, una
superficie similar a la que ocupa Suiza.
Hoy en
día, lo que queda de este bosque está protegido por una ley que prohíbe porcompleto la deforestación. Sin embargo, a pesar de que
actualmente la producción de soja provoca una deforestación menor en Paraguay
que en el vecino Brasil, está fomentando una oleada de
conflictos y desposeimientos que ha pasado desapercibida fuera de esta pequeña
nación de América del Sur.
“Cazábamos y pescábamos en el bosque y recolectábamos miel y plantas medicinales. ¿Y qué ha pasado ahora? Que ya no hay bosque. Solo hay soja, no queda nada más.”
Arnalda Martínez, miembro de la comunidad indígena Cerrito
Las
historias de Ka’a Poty y Cerrito son solo una muestra ínfima de lo que
supone esta crisis. En solo un año, entre 2020 y 2021, los grupos en defensa de
los derechos documentaron 12 desalojos forzosos de comunidades indígenas,
que afectaron a 725 familias. También registraron otros 10 intentos de
expulsar violentamente de sus tierras a comunidades de campesinos.
Casi
todos esos conflictos estaban relacionados con la producción de soja para
satisfacer la demanda internacional. El 90 % de la cosecha de soja de Paraguay se exporta y cerca del 40 % de las exportaciones las gestiona o bien ADM o bien Cargill. La Unión Europea (UE) es elprincipal destino de la soja paraguaya, mientras que el Reino Unido ocupa
el cuarto lugar, con lo que millones de
consumidores de toda Europa podrían estar implicados en violaciones de los
derechos humanos de comunidades indígenas y campesinas de Paraguay.
UN SILO DE SOJA PROPIEDAD DE BUNGE AL ESTE DE PARAGUAY. GLOBAL WITNESS
La colonia Yerutí
Rubén Portillo
tenía apenas 26 años cuando empezó a tener dolorosas erupciones en la cara y
los dedos. Al principio las ignoró y siguió trabajando en su granja familiar en
el pueblo de Yerutí, plantando frijoles y sandías en el sofocante verano
paraguayo. Pero, unas semanas más tarde, empezó a tener fiebre alta, náuseas y
diarrea. Poco después, no tenía fuerzas ni para ponerse en pie.
Su hermana, Norma, alquiló una
camioneta para llevarlo al hospital más cercano, pero era demasiado tarde y
Rubén murió de camino.
En los días siguientes, otros 22 residentes de Yerutí fueron ingresados en
el mismo hospital, entre ellos Diego, el hijo de Rubén de dos años. Esa llegada
masiva de enfermos alarmó a la directora del hospital. Al darse cuenta de que
era enero, un mes en el que en Paraguay se fumiga intensamente los campos antes
de cosechar la soja, se puso en contacto con el Ministerio del Ambiente para
expresar su preocupación[i].
Una semana después, inspectores del Gobierno viajaron a Yerutí, donde documentaron toda una relación de atroces violaciones de la legislación ambiental paraguaya, como grandes extensiones de soja que lindaban con explotaciones familiares sin ninguna zona de amortiguación que las separara o soja sembrada hasta el borde de senderos comunitarios sin ninguna franja de vegetación amortiguadora que protegiera a los residentes. Gracias a los análisis, en el agua del pozo del que bebía la familia Portillo, se encontró endosulfán, aldrín y lindano, plaguicidas prohibidos o de uso restringido en Paraguay.
HERMENEGILDA CÁCERES, MADRE DE RUBÉN PORTILLO, MARCHA 2022. GLOBAL WITNESS
ISABEL BORDON, RESIDENTE DE YERUTI Y COMPAÑERA DE RUBÉN PORTILLO, QUIEN FALLECIÓ POR ENVENENAMIENTO CON PLAGUICIDAS A RAÍZ DE LAS FUMIGACIONES ILEGALES POR PARTE DE LOS PRODUCTORES DE SOJA. GLOBAL WITNESS
NORMA PORTILLO, HERMANA DE RUBÉN PORTILLO, EN YERUTI, MARZO 2022. GLOBAL WITNESS
Los inspectores también sacaron a la luz la flagrante negligencia de
dos empresas, Hermanos Galhera
y Cóndor Agrícola, que cultivaban soja cerca de la vivienda de las víctimas. Según constataron, «la mala
gestión de residuos de envases químicos tirados en el suelo» estaba provocando
la filtración de residuos químicos a las fuentes de agua. Ambas empresas lavaban sus equipos
de fumigación en los arroyos que utilizaba la comunidad y ninguna de ellas tenía un permiso ambiental que autorizara sus operaciones. «Ninguna de las dos cumplía
las normas más básicas de control ambiental», declaró uno de los inspectores a
una emisora de radio católica local.
A raíz
de estos hallazgos, se impusieron multas administrativas a ambas empresas. No
obstante, ambas recurrieron la decisión y, poco después, se retiraron las
causas contra ellas.
Sin
embargo, Norma se negó a abandonar la lucha por la justicia. Tras perder la fe
en la justicia paraguaya, llevó el caso de su hermano a las Naciones Unidas. En
2019, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas emitió un dictamen
abrumador, en el que concluía que «[no se investigó] de manera efectiva, adecuada, imparcial y diligente la
contaminación ambiental que implicó la intoxicación de los autores y la muerte
del Sr. Portillo Cáceres». El comité condenó fallos tan básicos como que
nunca se efectuara una autopsia del cadáver de Rubén Portillo, ni análisis de
sangre y orina de otras víctimas de Yerutí, «a pesar de haber sido requerido en
cuatro ocasiones».
En
consecuencia, las Naciones Unidas ordenaron al Gobierno paraguayo «realizar una
investigación efectiva y exhaustiva sobre fumigaciones con agroquímicos» y «sancionar,en las vías penales y administrativas, a todos los responsables». En particular, la resolución destaca las investigaciones fallidas llevadas a cabo sobre las empresas
Hermanos Galhera y Cóndor Agrícola.
Tres
años después de la publicación de la resolución, no se ha llevado ante la
justicia a nadie por la muerte de Rubén. Mientras tanto, la situación en
Yerutí sigue deteriorándose. Cuando Norma llevó su caso ante las Naciones
Unidas por primera vez, los campos de soja aún no habían llegado hasta su
parcela, según cuenta ella misma. Ahora, la producción del monocultivo llega
hasta su valla, quema los pastos de su pequeño rebaño de vacas y echa a perder
los cultivos de su huerto. «Están a cincuenta metros de mi casa y no hay
ninguna barrera», se lamenta.
Dicen los residentes que el inexorable avance del monocultivo de soja ha
ido consumiendo a toda la comunidad. Yerutí se fundó en el marco del optimismo
que reinaba durante los primeros años tras el Gobierno de Stroessner, en unos
terrenos que un antiguo ministro de Educación había devuelto al Estado como
compensación por malversación de fondos públicos. Por aquel entonces, contaba
con 223 parcelas, todas ellas con una gran actividad. Hoy quedan poco más de 30. En 2021, las autoridades cerraron la escuela del pueblo,
alegando que había escasez de estudiantes. Diego, que sobrevivió a la
intoxicación que mató a su padre y ahora es un adolescente, debe recorrer
20 kilómetros al día solo para asistir a clase. Al no haber transporte
público, va hasta allí en moto.
Global
Witness descubrió que Hermanos Galhera sigue operando a pocos kilómetros de
Yerutí: cosecha soja y se la entrega a ADM, que posee un silo a 10 km de
Yerutí. Hermanos Galhera también suministra soja a Cargill y Bunge, según
afirman personas que trabajan en el sector. Cóndor Agrícola también sigue
operando en la zona y es probable que esté suministrando soja a ADM. Ni Hermanos Galhera ni Cóndor
Agrícola respondieron a las alegaciones que les presentó Global Witness.
SILO DE ADM EN CURUGUATY, CANINDEYÚ, SUMINISTRADO POR HERMANOS GALHERA, EPRESA PRODUCTOR DE SOJA SEÑALADO EN UNA RESOLUCIÓN DE LA ONU POR HABER FUMIGADO ILEGALMENTE LOS CULTIVOS DE SOJA VECINOS A LA COLONIA YERUTI. GLOBAL WITNESS
La comunidad de Campo Agua’e
Dos años después de condenar
los errores del Estado en Yerutí, las Naciones Unidas emitieron otro dictamen, en el que se condenaba el efecto devastador de las fumigaciones en una comunidad indígena cercana.
Campo Agua’e es el fruto de una
lucha que los líderes del pueblo ava guaraní llevan décadas librando para
salvaguardar una parte de su territorio ancestral. La comunidad, que se
estableció en la década de 1960, cuando la marcha al este de Stroessner cobraba
fuerza, cuenta hoy con 980 hectáreas que se expropiaron a una empresa agrícola
local. Para los ancianos ava guaraníes que lucharon por la tierra (y ahora
están enterrados en un cementerio en una ladera cercana), esta garantizaba un
espacio en el que sus descendientes podrían mantener su cultura.
No
obstante, es precisamente esa cultura la que está amenazada por fumigaciones
incontroladas e ilegales. La destrucción de la diversidad biológica local está
provocando una pérdida de «conocimientos tradicionales asociados a sus
prácticas culturales de caza, pesca, recolección y agroecología guaraní», según
las Naciones Unidas, que cita las preocupaciones de la comunidad relativas al
hecho de que «los árboles frutales [han dejado] de dar frutos» y «las colmenas
silvestres [han desaparecido] por la mortalidad masiva de abejas». Han
desaparecido elementos esenciales para la danza y los rituales del pueblo
ava guaraní, como la cera para las velas ceremoniales o una variedad
específica de maíz necesaria para elaborar una bebida fermentada llamada
«chicha». De igual manera, las prácticas ceremoniales de bautismo han dejado de
celebrarse, ya que los materiales necesarios ya no se pueden obtener.
«El
cese de realización de esta ceremonia deja a los niños sin un rito crucial para
la consolidación de su identidad cultural», advierte el dictamen de las Naciones Unidas.
LOS NIÑOS Y NIÑAS JUEGAN FRENTE A LA ESCUELA DE CAMPO AGUA'E, DONDE LA EDUCACIÓN SE HA VISTO GRAVEMENTE AFECTADA POR LAS FUMIGACIONES ILEGALES CON PLAGUICIDAS REALIZADAS POR LOS PRODUCTORES DE SOJA, PROVEEDORES DE ADM, BUNGE Y CARGILL. GLOBAL WITNESS
LOS NIÑOS Y NIÑAS JUEGAN FRENTE A LA ESCUELA DE CAMPO AGUA'E, DONDE LA EDUCACIÓN SE HA VISTO GRAVEMENTE AFECTADA POR LAS FUMIGACIONES ILEGALES CON PLAGUICIDAS REALIZADAS POR LAS COMPAÑÍAS SOJERAS PROVEEDORAS DE ADM, BUNGE Y CARGILL. CRÉDITO: GLOBAL WITNES
LOS NIÑOS DE AVA GUARANÍ JUEGAN AL FÚTBOL EN CAMPO AGUA'E. GLOBAL WITNESS
LUCIO SOSA, PROFESOR DE LA COMUNIDAD DE CAMPO AGUA'E, ENCABEZÓ LOS LLAMAMIENTOS A LA ONU TRAS LA INCAPACIDAD DEL ESTADO PARAGUAYO DE PROTEGER AL ASENTAMIENTO DE LAS FUMIGACIONES ILEGALES DE SOJA. GLOBAL WITNESS
ROSANA RIVEROS, VÍCTIMA DE ENVENENAMIENTO POR PESTICIDAS EN CAMPO AGUA'E, 7 DE MARZO DE 2022. GLOBAL WITNESS.
De
hecho, las fumigaciones han tenido un efecto especialmente grave en los niños y
niñas de la comunidad en edad escolar. Una inspección gubernamental realizada
en 2009 descubrió que se fumigaba a tan solo 10 metros de la escuela
mientras el alumnado estaba en clase, lo que supone una flagrante violación de
la legislación paraguaya, que estipula una distancia mínima de 100 metros. También se descubrieron
productos agroquímicos no registrados en la propiedad de una de las dos
empresas responsables de las fumigaciones ilegales, Issos Greenfield, y se
concluyó que «incumplían sistemáticamente la normativa medioambiental».
«Nos poníamos enfermos:
teníamos fuertes dolores de cabeza, diarrea, tos y fiebre —dice Rosana Riveros,
una joven que ahora tiene poco más de 20 años y que estudió en la escuela de la
comunidad—. Era muy difícil concentrarse, no podíamos aprender lo que debíamos».
Se abrió una
investigación sobre estas
violaciones, pero, tal y como le
ocurrió a Norma en Yerutí, esta se desestimó al poco tiempo sin que se procesara a nadie. En
octubre de 2021, las Naciones Unidas observaron: «a más de doce años de la
presentación por los autores de la denuncia penal por las fumigaciones con
agrotóxicos, a las cuales además han quedado expuestos todo este tiempo, las
investigaciones no han avanzado sustantivamente, sin que el Estado parte haya
ofrecido explicación para justificar dicho retraso».
«Está todo escrito en la
legislación, pero ¿quién va a asegurarse de que se cumpla si no son ellos?», se
pregunta Lucio Sosa, docente de Rosana Riveros, que se ha puesto al frente de
la batalla de la comunidad contra la producción de soja.
Mientras operaba en las
cercanías de Campo Agua’e, Issos Greenfield recibía financiación de ADM y
vendía la soja producida en el terreno a esta firma estadounidense. Issos Greenfield dejó de
trabajar en la zona hace unos años; la que opera ahora allí es una empresa paraguaya
llamada Somax SA. Si bien Somax no es
responsable de las violaciones cometidas por Issos, tanto las Naciones Unidas como los residentes afirman
que las fumigaciones siguen afectando gravemente a la comunidad. Según Sosa,
Somax ha instalado las barreras de protección necesarias en algunos lugares,
pero no en otros. El líder comunitario Benito Oliviera, que colaboró con Lucio
en la alegación comunicada a las Naciones Unidas, es más rotundo: «La situación
no ha mejorado en absoluto. Es peor con cada día que pasa».
Somax vendió soja de ese terreno a ADM,
Cargill y Bunge, empresas que tienen silos a menos de 10 kilómetros
de Campo Agua’e.
ADM no negó haberse abastecido
de Hermanos Galhera ni de Cóndor Agrícola. Tampoco desmintió haberse abastecido
de soja de Issos Greenfield ni de Somax SA ni haber proporcionado fondos a
Issos Greenfield después de que el Gobierno paraguayo acusara a la empresa de
llevar a cabo fumigaciones ilegales. Ni Cargill ni Bunge negaron haberse
abastecido de Somax SA. Las tres empresas
estadounidenses afirmaron que habían emprendido investigaciones sobre las
violaciones de sus políticas que ha revelado nuestra investigación.
CAMPO AGUA'E ESTÁ RODEADO DE EXTENSAS PLANTACIONES DE SOJA, CUYA FUMIGACIÓN ILEGAL HA AFECTADO GRAVEMENTE A LA COMUNIDAD. GLOBAL WITNESS
Tierra empapada de plaguicidas
La expansión de la industria de
la soja en Paraguay ha traído consigo un aumento masivo del uso de agroquímicos
en el país. Las importaciones de estos productos (principalmente los
plaguicidas glifosato, 2,4D y Paraquat) se multiplicaron casi por
seis entre 2009 y 2017, ya que pasaron de 8.800 a 52.000 toneladas. Un estudio estimó que, en
2017, Paraguay (donde habita el 0,09 % de la población mundial) importó
más del 6 % de todos los agroquímicos vendidos en el mundo, esto es,
7,4 kilogramos por habitante.
La legislación paraguaya exige
una zona de amortiguación de 100 metros, como mínimo, entre las
fumigaciones y los asentamientos humanos, incluidas las escuelas y los centros
de salud. Esta medida ya es escasa en comparación
con jurisdicciones similares; la vecina Argentina, por ejemplo, exige una zona
de amortiguación de un mínimo de 500 metros. Y, sin embargo, en Paraguay
incluso las normas poco rigurosas que existen rara vez se aplican, como demuestran
las experiencias de las dos comunidades mencionadas.
Además, Yerutí y Campo Agua’e
no son casos aislados. En octubre de 2022, el Relator Especial sobre sustancias
tóxicas y derechos humanos de las Naciones Unidas emitió un comunicado crítico
con la situación en Paraguay. Llamó al Gobierno a que cumpliera con los
dictámenes sobre Yerutí y Campo Agua’e y concluyó que «no se cumplen las leyes
de control de pesticidas» y que esto «genera impunidad ante las violaciones y
abusos de derechos humanos de millares de personas expuestas a la contaminación
tóxica».
Durante una visita al país, encontró muchas comunidades indígenas y
campesinas arrinconadas por vastas plantaciones del monocultivo. «Quienes se
oponen a la contaminación de sus comunidades son muchas veces criminalizados
por el Ministerio Público», observó.
Niños y niñas DE AVA GUARANÍ OBSERVAN LA FUMIGACIÓN CON PESTICIDAS EN LAS AFUERAS DE SU PUEBLO, CAMPO AGUA'E. NEIL GIARDINO / @NEILGIARDINO
Otro estudio reciente, publicado en 2020, destacó la repercusión entre los niños
y niñas en edad escolar. En él
se identificaron 51 escuelas situadas a menos de 100 metros de extensas
plantaciones de monocultivos, lo que ponía en peligro la salud
de casi 4.000 estudiantes. El equipo de investigación
descubrió que, en algunos casos, las escuelas cerraban durante varios días
seguidos cuando las fumigaciones eran más intensas.
Uno de los distritos gravemente afectados es Minga Pora, en el Alto
Paraná, el mismo en el que se encuentra la tierra ancestral de la comunidad de
Cerrito a la que sus miembros están luchando por volver. Según los hallazgos
del estudio, casi una tercera parte de las escuelas de Minga Pora (8 de 25) se encuentran a menosde 100 metros de donde se producen fumigaciones intensivas. Al igual que en otros
distritos que visitó el equipo de
investigación, los
miembros de esta comunidad afirmaron haberse quejado a las autoridades locales,
pero dijeron que no se había tomado medida alguna.
El Estado es cómplice hasta el punto de que la gente ha dejado de molestarse en denunciar las violaciones y, en su lugar, recurre a negociar directamente con los sojeros.
Marielle Palau, una de las autoras del estudio
La colonia Sexta Línea Yvypé
Cuando Aida González y sus vecinos decidieron luchar por un terreno que
habían usurpado los productores de soja, ella sabía que se enfrentaría a
intereses poderosos. Cinco
años después, ha sufrido una serie de desalojos violentos, ataques de civiles
armados y múltiples amenazas de encarcelamiento. Ahora se
enfrenta a nuevos intentos de encarcelarlas a ella y a otras personas por un
periodo de hasta 10 años simplemente por resistirse a un acaparamiento ilegalde tierras por parte de la agroindustria de Paraguay.
Aida es una de las muchas
personas de familias campesinas tradicionales del país que carecen de acceso a
la tierra. Dado que la mayor parte de la tierra fértil del país ha sido ocupadapor la industria agrícola a gran escala, cientos de miles de agricultores sintierra viven con sus familiares en casas abarrotadas en ciudades y pueblos
pobres de Paraguay.
Junto con vecinos en la misma situación, Aida encontró tierras estatales en
una antigua comunidad de campesinos que unos productores de soja habían ocupado de forma irregular.
Los productores habían comenzado a cultivar la tierra después de que la
abandonaran sus habitantes originales, campesinos que
se habían visto obligados a dejarla por las fumigaciones intensivas. «Las
plantaciones me rodeaban; estaban a 28 metros de mi puerta», dice Catalino
Silva, uno de los pocos residentes originales que se negaron a irse. Silva
culpa a «las fumigaciones, la corrupción y el abandono estatal» de la
desintegración de su localidad de nacimiento, denominada colonia Sexta Línea
Yvypé.
FRANCISCA PORTILLO, RELATÓ CÓMO, EN MARZO DE 2021, LA POLICÍA Y LOS CIVILES ARMADOS OBLIGARON A CATORCE FAMILIAS A ABANDONAR SUS HOGARES Y QUEMARON SUS CULTIVOS Y POSESIONES. GLOBAL WITNESS
AIDA GONZALEZ HA SUFRIDO AÑOS DE CRIMINALIZACIÓN Y MÚLTIPLES DESALOJOS POR DEFENDER SU DERECHO A LA TIERRA EN SU CASA, EN LA SEXTA LÍNEA DE LA COLONIA YVYPE. GLOBAL WITNESS
CATALINO SILVA, RESIDENTE ORIGINAL DE LA SEXTA LÍNEA DE LA COLONIA YVYPE CULPA A "LAS FUMIGACIONES, LA CORRUPCIÓN Y EL ABANDONO ESTATAL" POR LA DESINTEGRACIÓN DE SU CIUDAD NATAL. GLOBAL WITNESS
GERARDO LEZCANO, AGRICULTOR, DIJO A GLOBAL WITNESS QUE SU ESPOSA EMBARAZADA PERDIÓ A SU HIJA DESPUÉS DE QUE UNA GRAN DOTACIÓN DE POLICIAL MONTADA IRRUMPIERA CONTRA LA COMUNIDAD Y SU CASA FUERA DESTRUIDA EN UN DESALOJO EN JULIO DE 2021. GLOBAL WITNESS
Al enterarse de la situación en
Yvypé, Aida y sus vecinos decidieron solicitar que les entregaran las tierras abandonadas. Hicieron su
reivindicación al amparo de las leyes de reforma agraria de Paraguay, que
exigen que las tierras estatales se entreguen a los pequeños agricultores y no a
la industria agrícola a gran escala. Y
adoptaron la táctica tradicional del activismo territorial paraguayo para
forzar a un Estado indiferente a actuar: en 2017, ocuparon las tierras que
reivindicaban.
Tal y como esperaba Aida, la
ocupación ocasionó una respuesta feroz por parte de los productores de soja,
que, durante los cuatro años siguientes, instigaron una serie de desalojos, en
los que tanto la policía como civiles armados destruyeron repetidamente
viviendas y cultivos. Un
productor, Georg Matthies Derksen, contraatacó con una serie de acusaciones
penales contra Aida y otras personas con la intención de procesarlas por
invasión de inmueble ajeno, entre otros delitos. En un
momento dado, Aida y otro activista, Ceferino Peralta López, pasaron dos semanas en la cárcel.
Luego, cuatro años después de
ocupar el lugar,
la resiliencia de Aida, por fin, dio sus frutos. Las decisiones sobre la
adjudicación de las tierras del Estado son prerrogativa del Instituto Nacional
de Desarrollo Rural y de la Tierra de Paraguay, denominado INDERT. Inicialmente, el INDERT se
había pronunciado a favor de los productores de soja e incluso les había asignado tierras ocupadas por campesinos. Pero, en
2021, el presidente del INDERT fue destituido en pleno escándalo de corrupción. Su sustituta, Gail González Yaluff, volvió a evaluar el
caso de Sexta Línea; halló «graves irregularidades» en el trato de favor que la
anterior administración había dado a los productores de soja y concluyó (tal y
como habían argumentado Aida y su comisión) que esta había actuado «en total violación a lo que establece el Estatuto Agrario». En
consecuencia, González revocó varias de las resoluciones tomadas y pasó a
«suspender todos los procedimientos relacionados con la colonia Yvypé».
Tras cuatro años de lucha, por fin, parecía que el esfuerzo estaba valiendo
la pena y que la colonia de Sexta Línea podría regenerarse.
Pero las cosas nunca son así de sencillas en Paraguay, un país que
está pasando sus horas más bajas y ocupa el puesto 128 del índice de corrupción
de Transparency International. En lugar de
acatar la resolución del INDERT, los sojeros intensificaron sus ataques. En
marzo de 2021, la policía y los civiles armados obligaron a 14 familias a
abandonar sus hogares y quemaron sus cultivos y posesiones. Cuatro meses
después, una enorme fuerza policial, parte de ella a caballo, desalojó a seis
familias más. «Mi esposa estaba
embarazada y ver a cien agentes cabalgando hacia ella la dejó aterrorizada —asegura Gerardo
Lezcano, un agricultor reservado, cuyo hogar destruyeron durante el desalojo de
julio—. Perdió el bebé: la hija que había llevado en su vientre durante ocho
meses».
FRANCISCA PORTILLO, DE LA SEXTA LÍNEA DE LA COLONIA YVYPE, OBSERVA A LOS COSECHADORES TRABAJANDO LA TIERRA DE LA QUE FUE DESALOJADA. GLOBAL WITNESS
Simultáneamente,
Matthies Derksen intensificó los esfuerzos para encarcelar a los campesinos.
Aida y varios miembros de la comunidad se enfrentan a cargos de «invasión de
tierras», que, tras un reciente cambio de la legislación, pueden conllevar una
pena de prisión de hasta 10 años. Los acusados
se enfrentarán, en noviembre de 2022, a una audiencia preliminar fundada en un
presunto allanamiento cometido en octubre de 2021, tras la resolución del
INDERT en la que se determinaron «graves irregularidades» en la posesión de los
terrenos por parte de Derksen.
«Por exigir nuestros derechos,
por el mero hecho de solicitar acceso a un terreno, nos consideran
delincuentes», dice Aida.
Matthies Derksen también ha
arremetido contra la nueva presidenta del INDERT: en 2021, presentó una denuncia penal acusándola de instigación a la delincuencia. El INDERT respondió con una desafiante declaración,
en la que acusaba a Matthies Derksen de intentar «intimidar» a la
administración para «conseguir la titularidad ilegal de inmuebles rurales para
la explotación extensiva».
El comunicado reza: «Las artimañas jurídicas planteadas por ciertos
sectores […] constituyen un flagrante intento de amedrentamiento a esta
administración» y finaliza: «Esta administración […] NO SE DEJARÁ INTIMIDAR POR
SECTORES MOTIVADOS POR OSCUROS INTERESES».
COSECHA DE SOJA EN LAS TIERRAS DE LAS QUE FRACISCA PORTILLO FUE DESALOJADA EN 2021. GLOBAL WITNESS
Sin embargo, mientras haya cargos penales contra Aida y Ceferino, el
INDERT no puede fallar a su favor, ya que los cargos que pesan sobre ellos
imposibilitan que se les adjudiquen tierras estatales. Además, si la campaña de
Derksen para encarcelarlos tiene éxito, ambos podrían pasar años en el brutal y
superpoblado sistema penitenciario de Paraguay.
Matthies
Derksen pertenece a una cooperativa llamada Friesland. Suministra soja
tanto a un silo operado por la cooperativa como, al parecer, a un segundo silo
cercano propiedad de una cooperativa similar llamada Volendam. Toda la soja que
se envía al silo de Friesland la exporta el gigante ruso del cereal Sodrugestvo. ADM y Cargill son
los dos comerciantes internacionales con infraestructuras para la soja (como
silos y puertos) que más cerca están de la cooperativa de Volendam.
El
productor de soja responsable del desalojo de Gerardo Lezcano y su familia
vende soja a un silo cercano llamado Seagri, que tiene una relación de
suministro con Cargill desde hace mucho tiempo.
Ni Matthies
Derksen ni Friesland ni Volendam ni Seagri respondieron a estas alegaciones
cuando Global Witness se puso en contacto con ellos. Cargill no negó
abastecerse de las propiedades de Derksen a través de Volendam ni de otras
propiedades situadas en tierra que reivindica la comunidad a través de Seagri. Además,
dijo que había puesto en marcha investigaciones sobre las violaciones de sus
políticas descubiertas por nuestra investigación.
Represión y resistencia en el campo paraguayo
MARCHA CAMPESINA E INDÍGENA CONTRA LA INJUSTICIA Y LA IMPUNIDAD DE LA TIERRA, ASUNCIÓN, 28 DE MARZO DE 2022. GLOBAL WITNESS
Paraguay es uno de los países
con la distribución de la tierra más desigual del mundo. Solo
12.000 personas son propietarias del 90 % de las tierras paraguayas;
el 10 % restante se reparte entre más de 280.000 pequeños y medianos
productores. Fuera
de esos confines, existe una periferia desposeída de 300.000 familias campesinas que no tienen acceso a ningún tipo de tierra. Esto genera un coeficiente de Gini de 0,93, mucho más alto que el de cualquier otro lugar, incluso en la
región notoriamente desigual de América Latina.
Las
empresas multinacionales se benefician directamente de esta desigualdad. Según
estimaciones de las Naciones Unidas, solo el 6 % de la superficie
agrícola de Paraguay está disponible para la producción de alimentos a escala
nacional, mientras que el 94 % restante se destina a cultivos para la exportación. La soja es, con mucha
diferencia, el producto que más exporta Paraguay y, en 2020, el 40 % de las exportaciones de esta legumbre las gestionó o bien ADM o bien Cargill.
Las
organizaciones que representan a las comunidades agrícolas o campesinas
tradicionales de Paraguay han luchado para hacer frente a esta absorción. Una
de ellas, la Federación Nacional Campesina (FNC), afirma haber obtenido la
titularidad de más de 300.000 hectáreas desde la caída de la dictadura en
1989. Su estrategia consiste en la
acción directa: buscan tierras que hayan pasado a la posesión de grandes
productores de forma ilegal y luego organizan ocupaciones para exigir al Estado
que reconozca la reivindicación.
Pero su lucha ha tenido un coste: desde el restablecimiento de la
democracia en 1989, al menos 128 campesinos y campesinas han muerto asesinados y miles de agricultores han sido
encarcelados.
Los objetivos de la FNC cuentan
con el respaldo de expertos. Por ejemplo, durante una misión a Paraguay en
2016, la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la
alimentación declaró: «Es de vital importancia implementar plenamente la
reforma agraria pendiente desde hace mucho tiempo». La experta instó al Gobierno a incorporar «los principios de derechos humanos con el fin de proteger
a los pequeños agricultores y sus medios de vida».
Pero, en lugar de aplicar esas
medidas, el Gobierno paraguayo está aumentando la represión del activismo
campesino. En 2021, el presidente Benítez promulgó una ley que aumentó de 6 a10 años la pena por invasión de inmueble ajeno, el instrumento más utilizado
para criminalizar a quienes exigen la restitución de tierras.
Al mismo tiempo, el Estado ha
recortado el presupuesto precisamente de las instituciones estatales encargadas
de resolver los conflictos de tierras. Tanto el INDERT como el INDI han sufrido
un recorte de su presupuesto en los últimos años. El del INDERT se ha reducido
en dos tercios en tan solo seis años, pasando de 43 millones de dólares
estadounidenses (300 mil millones de guaraníes) en 2014 a
26,8 millones en 2019, 22,6 millones en 2020 y tan solo
15,62 millones (108 mil millones de guaraníes) en 2021.
De igual manera, el INDI
experimentó un recorte presupuestario del 16 % en 2021. Un análisis
realizado por un grupo paraguayo en defensa de los derechos determinó que el
presupuesto total destinado a la adquisición de tierras en 2021 solo habría
permitido al INDI comprar 600 hectáreas para las comunidades indígenas de Paraguay, una
cantidad que el grupo calificó de «dramáticamente insuficiente».
Los grupos en defensa de los derechos de Paraguay establecen un
paralelismo entre esta falta de capacidad del Estado y los bajos impuestos que
se aplican a la
agroindustria, el sector principal del país. Según las estimaciones de un grupo
de la sociedad civil, BASE-IS, los exportadores de soja, trigo y maíz (que en
conjunto representan más del 10 % de todo el PIB de Paraguay) contribuyen solo en un
1,72 % a los ingresos fiscales totales del país.
INDÍGENAS ACAMPANDO FRENTE A LAS OFICINAS DEL INDI - INSTITUTO PARAGUAYO DEL INDIGENA EN LA CAPITAL, ASUNCIÓN, EN MARZO DE 2022. GLOBAL WITNESS
En el caso de los
comerciantes de productos básicos de Paraguay, las cifras fiscales obtenidas
por Global Witness indican que solo pagan en impuestos una ínfima parte de
los enormes ingresos que generan. Los datos de aduanas muestran que ADM exportó 512 millones de dólares en bienes en 2020,
un año en el que la empresa pagó 6,18 millones de dólares en concepto de
impuestos sobre la renta,
lo que equivale a un mero 1,2 % de los abundantes ingresos por exportación
de la empresa. Las cifras de Cargill describen un panorama aún más extremo: en
2020, la empresa exportó bienes por valor de 713 millones de dólares,
pero solamente pagó 1,46 millones de dólares en impuestos sobre la renta,
lo que apenas representa un 0,2 % de sus altísimos ingresos por
exportación.
En su respuesta a Global Witness, ADM no negó estas cifras, pero afirmó
que «tiene un firme compromiso de cumplir con todas las normas fiscales del
país», como demuestran sus «auditorías y obligaciones de presentación periódica
de informes». Cargill no hizo comentarios sobre sus asuntos fiscales.
Estas
facturas fiscales tan reducidas se ven favorecidas por la inexistencia de un
impuesto a la exportación de soja, en marcado contraste con Argentina, país
vecino de Paraguay, que impone un gravamen del 33 %. La Relatora Especial sobre el
derecho a la alimentación de las Naciones Unidas instó a Paraguay a «promulgar una ley introduciendo impuestos sobre la
exportación de granos, incluyendo la soja, ya que podría contribuir a aumentar
el ingreso fiscal y por ende el gasto social». Sin embargo, los intentos de crear un impuesto
de este tipo han sido rechazados en repetidas ocasiones, tanto por el Congreso
de Paraguay como, en la única
ocasión en la que se logró que lo aprobara el poder legislativo, directamente por
veto presidencial.
La comunidad de Hugua Po’i
personas de la tercera edad indígenas MBYA GUARANÍ HACEN MÚSICA PARA UNA DANZA CEREMONIAL EN HUGUA PO'I. GLOBAL WITNESS
INTEGRANTES DE LA COMUNIDAD HUGUA PO'I INTERPRETAN UNA DANZA QUE CELEBRA SU CULTURA EN SU TIERRA. GLOBAL WITNESS
INTEGRANTES DE LA COMUNIDAD DE HUGUA PO'I REGRESAN A SUS HOGARES ENTRE LAS PLANTACIONES DE SOJA EN EL TERRITORIO. GLOBAL WITNESS
Los habitantes de
Hugua Po’i, una comunidad indígena del este de Paraguay, habían jurado
luchar contra cualquier intento de expulsarlos de su hogar, pero, cuando llegó
el momento del desalojo, el ataque fue abrumador: 400 policías
antidisturbios, metralletas, caballos e incluso un helicóptero surcando el
aire. Armados únicamente con arcos y ramas, no tuvieron más remedio que
abandonar su pueblo y marcharse bajo una lluvia torrencial.
Mientras la policía alejaba a
la gente, civiles armados llegaban desde los campos de soja que
quedaban al norte. Aquellos hombres, que actuaban bajo las órdenes de productores
de soja locales, usaron tractores y motosierras para destruir las granjas y
tierras de cultivo de la comunidad. Derribaron sus casas e incendiaron su opy,
el templo espiritual de los mbya guaraníes, parientes cercanos de los ava del
este de Paraguay.
Los vecinos
se negaron a dejarse amedrentar y, apenas tres meses después del desalojo (que
se produjo el 18 de noviembre de 2021), volvieron a ocupar el lugar. Empezaron de nuevo el arduo trabajo de construir viviendas, plantar cultivos y erigir un
nuevo opy cerca de un antiguo lugar de enterramiento.
Pero la
amenaza de otro desalojo ensombrecía sus labores. Una
cooperativa agrícola local llamada Tres Palmas reivindicaba la misma tierra. La
cooperativa había adquirido las tierras del Estado paraguayo en 1977, mientras
las comunidades mbya residían allí, lo que desencadenó el conflicto que
continúa hoy en día en Hugua Po’i.
Con el
objetivo de evitar un segundo desalojo, el INDI solicitó a los tribunales una medida de
protección para Hugua Po’i. Finalmente, el mediodía del 12 de julio de
2022, se les concedió. Pero llegó demasiado tarde: esa mañana, cientos de
policías habían vuelto a sitiar a la comunidad para ejecutar una orden de
desalojo de un juez local que, según los grupos en defensa de los derechos, notenía competencia para pronunciarse sobre el caso. Los
residentes de Hugua Po’i no pudieron más que observar mientras sus hogares
y cultivos eran arrasados por segunda vez. Dos semanas después, uno de los
habitantes más jóvenes de Hugua Po’i, un bebé de dos meses llamado Néstor Villalba Mendoza, falleció por
dificultades respiratorias.
LA POLICÍA ARMADA SE PREPARA PARA DESALOJAR A LA COMUNIDAD DE HUGUA POI EN JULIO DE 2022. CODEHUPY
CAMIONES SALIENDO DEL SILO DE SOJA DE LA COOPERATIVA AGRÍCOLA TRES PALMAS S/A. GLOBAL WITNESS
Tres Palmas explota un
silo a cinco kilómetros de Hugua Po’i, donde almacena la soja
cosechada en las tierras objeto de controversia. Desde allí, la soja se
transporta directamente en camiones a las instalaciones portuarias de ADM
situadas en Puerto Sara, al sur de Asunción.
Tres Palmas
defiende que los desalojos fueron autorizados por los tribunales civiles de
acuerdo con un título de propiedad que ha estado en su poder durante más de
50 años. Según argumenta la empresa, la reivindicación de Hugua Po’i
no es un caso en el que los pueblos indígenas busquen la restitución de sus
tierras, sino uno en el que los políticos locales utilizan los derechos
indígenas como arma para extorsionar a los terratenientes particulares.
La comunidad de Loma Piro’y
UN CARTEL EN LA ENTRADA DE LA COMUNIDAD DE LOMA PIRO'Y, QUE HA SIDO ATACADA POR LOS PRODUCTORES DE SOJA LOCALES DE MANERA VIOLENTA EN SEIS OCASIONES. GLOBAL WITNESS
Para los mbya guaraníes,
la tierra que se encuentra entre los ríos Acaray y Monday, en el este de
Paraguay, se conoce como «Mbae Vera», esto es, la tierra que brilla. Si bien el
bosque que antaño alfombraba la región ha desaparecido en su mayor parte, sus
claros y senderos forestales siguen hilando la mitología mbya.
«Para nosotros, la tierra es lo
que da vida a toda la humanidad —dice Mario Rivarola, líder de la Organización
Nacional de Aborígenes Independientes—. Sin tierra, no hay vida. Venimos de la
tierra y después volvemos a formar parte de ella».
Hoy en día, en lugar de
árboles, la Mbae Vera está cubierta de inmensos monocultivos de soja. Los
líderes mbya advierten de que este desposeimiento amenaza con desintegrar por
completo su cultura y los vínculos de su comunidad.
Hugua Po’i representa una acción decidida para preservar su conexión con
esa tierra ancestral.
A tan solo 12 km al norte
de Hugua Po’i, otra comunidad mbya lucha por mantener ese vínculo con su
territorio tradicional. La comunidad Loma Piro’y también ha sufrido graves
violaciones de derechos humanos perpetradas por individuos que, según se dice,
actuaban en nombre de productores locales de soja.
En diciembre de 2020, un grupo
de hombres armados con escopetas y picanas eléctricas marcharon hacia
Loma Piro’y. Abrieron fuego por encima de la gente y les ordenaron que
abandonaran el terreno o se arriesgarían a que los dispararan.
Una denuncia presentada ante la Fiscalía por dos vecinos de Loma Piro’y describe lo que ocurrió después:
«Procedieron a golpear a algunos compañeros y compañeras, echando al suelo a
los menores, a consecuencia de eso sufrieron fracturas de brazos y antebrazos,
para luego quemar nuestras casas».
Luego
quemaron la iglesia y la escuela de la comunidad y robaron sus teléfonos, su
comida y sus animales.
A pesar de la violencia y las
amenazas de muerte, la comunidad permaneció tenaz. Pero, al parecer, la policía
no hizo nada y, tres meses después, Loma Piro’y sufrió otro ataque. Esta
vez, nueve residentes resultaron gravemente heridos.
CASAS DE LA COMUNIDAD MBYA GUARANI EN LOMA PIRO'Y SIENDO QUEMADAS POR SOJEROS, MARZO 2021. SUMINISTRADO POR UN MIEMBRO DE LA COMUNIDAD.
«A mi primo le dieron un
machetazo aquí —dice Dominga Coronel, la líder de la comunidad, señalándose la
parte superior de la cabeza—. Su hermano recibió un corte en la cara y a cuatro
o cinco mujeres las golpearon con palos en los brazos». En esa
ocasión, las autoridades sí que tomaron medidas y varios terratenientes y
sojeros locales fueron acusados de coacción.
La chispa que originó esos ataques también
fue un choque fundamental de formas de ver la vida. En ambos conflictos, los terratenientes eran descendientes de
comunidades menonitas desarraigadas que llegaron a Paraguay sin casi nada, pero
con la intención de labrarse una vida en aquella tierra fértil. En el caso de Loma Piro’y, tanto los menonitas como
los mbya guaraníes reivindican la posesión de la tierra que dejaron los
pastores alemanes a los indígenas en los años ochenta. A lo largo de las
décadas siguientes, los agricultores comerciales a gran escala fueron absorbiendo gradualmente la tierra.
«Nuestros
abuelos vivían en este, nuestro territorio ancestral; aquí tenían su opy
—dijo Armado Portillo, residente de Loma Piro’y, a la publicación local Joaju—.
Era un lugar boscoso, pero ahora no hay bosques, solo soja».
DOMINGA CORONEL, HABITANTE DE LOMA PIRO'Y, LUCHA POR CONSERVAR SUS TIERRAS Y EVITAR QUE SU COMUNIDAD INDÍGENA CAIGA EN LA INDIGENCIA. GLOBAL WITNESS
LA COMUNIDAD INDÍGENA MBYA GUARANI LOMA PIRO’Y HA SIDO ATACADA VIOLENTAMENTE EN SEIS OCASIONES, POR LOS PROPIETARIOS DE LAS PLANTACIONES DE SOJA QUE RODEAN EL TERRITORIO. GLOBAL WITNESS
LA COMUNIDAD INDÍGENA DE LOMA PIRO'Y, ESTÁ RODEADA DE GRANJAS COMERCIALES. GLOBAL WITNESS
UNA DE LAS CASAS DE LA COMUNIDAD INDÍGENA MBYA GUARANÍ EN LOMA PIRO'Y. GLOBAL WITNESS
La soja
que se produce en las tierras que reivindica la comunidad de Loma Piro’y
se cosecha y se envía a un silo cercano propiedad de una empresa llamada
Agro Panambi. Según las investigaciones de Global Witness, Cargill se
ha abastecido de esta empresa. Agro Panambi no respondió
a la solicitud de información de Global Witness.
Ni ADM
ni Cargill negaron haberse abastecido de Tres Palmas ni de Agro Panambi,
respectivamente. Ambas empresas estadounidenses afirmaron que habían emprendido
investigaciones sobre las alegaciones de violaciones de derechos humanos y de
sus políticas.
Defensa de los derechos indígenas en Paraguay: todo un riesgo
UNA CASA EN LA COMUNIDAD HUGUA PO'I ESTÁ COMPLETAMENTE RODEADA DE SOJA. GLOBAL WITNESS
Los
desalojos de Hugua Po’i, Ka’a Poty y Cerrito, al igual que los de
doce comunidades más que documentaron grupos en defensa de los derechos solo en
2021, se produjeron a pesar de que la legislación paraguaya consagra con
claridad los derechos territoriales de los indígenas. Estas protecciones nacionales
se amplían en varios acuerdos internacionales que Paraguay ha ratificado, como
el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo o la Declaración
de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, a
favor de la cual votó Paraguay.
Sin embargo, esta
reciente oleada de desalojos forzosos no es la primera vez en que se acusa al
Gobierno paraguayo de violar los derechos de los indígenas. Desde 2005, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha emitido tres sentencias condenando las
violaciones. En un caso, la corte
subrayó específicamente que el hecho de que la tierra esté en manos privadas no
es justificación suficiente para negar el derecho de una comunidad a la restitución de su territorio.
Los defensores de los derechos sostienen que la falta de respeto de los
derechos territoriales de los indígenas refleja un profundo deterioro del
sistema judicial paraguayo. Juan Rivarola, abogado de CODEHUPY, un grupo en
defensa de los derechos humanos, dice que los jueces y fiscales son conscientes
de que fallar en contra de los poderosos intereses de la agroindustria podría
acabar con su carrera. «Me dicen: ‘Tengo que ser flexible con esto o podrían
despedirme’. Es algo muy grave porque afecta a la independencia del poder
judicial», advierte.
ABOGADOS AFILIADOS AL GRUPO DE DERECHOS HUMANOS CODEHUPY FRENTE A LA FISCALÍA DE CAAGUAZU, 3 DE MARZO DE 2022. DE IZQUIERDA A DERECHA: JUAN RIVAROLA, ABEL ARECO Y FULGENCIO TORRES. GLOBAL WITNESS
Una funcionaria que lo vivió en
sus propias carnes es Eresmilda Román Paíva, jueza de la ciudad
de Itakyry, ubicada a 20 km al norte de Ka’a Poty, en el Alto Paraná. Román comenzó a trabajar
como magistrada en 1995. Veinte años después, llegó a su mesa un caso que le
cambiaría la vida para siempre.
«En 2015, el jefe de un pueblo
indígena presentó una demanda en mi juzgado», comienza Román. Tenía problemas
con un agricultor brasileño que cultivaba soja en las tierras de su comunidad.
El agricultor había alquilado el terreno al predecesor del líder, pero este
consideraba que el acuerdo era abusivo y quería recuperar las tierras.
A Román no le costó mucho
llegar a una conclusión. La Constitución de Paraguay prohíbe el alquiler de tierras indígenas y el acuerdo no había sido
aprobado por el Instituto Paraguayo del Indígena. «Anulé el contrato y devolví
la tierra a la comunidad», dice.
Sin embargo, antes de emitir su
sentencia definitiva, comenzó a recibir amenazas del abogado del sojero, Nelson
Alcides Mora. «Incluso lo puso
por escrito», añade Román mostrando una carta firmada por Alcides, en la que
advierte de que magistrados que actuaron en igual forma «[terminaron] en el
Jurado de Enjuiciamiento».
EXTRACTO DE UNA CARTA DEL ABOGADO DE UN SOJERO A LA JUEZA ERESMILDA ROMÁN PAIVA, AMENAZANDO CON DENUNCIARLA ANTE UN "JURADO DE ENJUICIAMIENTO DE MAGISTRADOS". SUMINISTRADO POR ERESMILDA ROMÁN PAÍVA
Sin embargo, Román se toma en
serio la responsabilidad de su cargo. Se negó a ceder ante las presiones del
abogado y ordenó que se devolviera el terreno a la comunidad.
Fue entonces cuando realmente
empezaron sus problemas. En primer lugar, Alcides recurrió su sentencia y
consiguió que se anulara. Luego cumplió su amenaza y denunció a Román ante un
tribunal profesional. Según la jueza, al mismo tiempo, el abogado llevó a cabo
una campaña de difamación en los medios de comunicación, en la que afirmaba que
ella se había embolsado dinero de forma corrupta robando la soja de su cliente.
Durante los siguientes siete
años, Román esperó el veredicto del caso. Cada día, la amenaza se cernía sobre
ella: una carta o una llamada telefónica que le prohibiría ejercer su profesión
y destruiría la carrera a la que había dedicado casi treinta años.
En diciembre de 2021, el grupo
en defensa de los derechos CODEHUPY intervino en el caso: alertó al Relator
Especial sobre la independencia de los magistrados y abogados de las Naciones
Unidas y presentó un amicus curiae ante los tribunales paraguayos. Finalmente, en octubre de
2022, los esfuerzos dieron sus frutos y el caso contra Eresmilda acabo desestimándose. «Tener que esperar tanto
tiempo provoca daños psicológicos —asegura Román—. Lo siento siempre aquí, como
una espada de Damocles, una hoja cerca de la parte superior de mi cabeza que no
me deja moverme».
La investigación de Global Witness
demuestra que es probable que millones de consumidores de toda Europa estén
contribuyendo al desalojo forzoso, intoxicación, represión y criminalización de
las comunidades indígenas y campesinas de Paraguay.
Combinando los datos de los envíos y la
información proporcionada por personas que trabajan en los sectores de la soja,
la carne y el pienso, encontramos las conexiones existentes entre los
conflictos documentados en este informe y varias empresas europeas.
En primer
lugar, rastreamos
el flujo de la soja desde los productores de las plantaciones en conflicto con
las comunidades indígenas hasta los silos y las instalaciones portuarias de ADM
y Cargill. Y, a continuación, trazamos el viaje de la legumbre a través del
Atlántico hasta las empresas de pienso, los productores de carne y, por último,
los minoristas y restaurantes que venden productos con soja paraguaya a
consumidores de toda Europa.
Es probable que millones de consumidores de toda Europa estén contribuyendo al desalojo forzoso, intoxicación, represión y criminalización de las comunidades indígenas y campesinas de Paraguay.
Demanda generada por Europa
Europa
importó 34,3 millones de toneladas métricas de soja en 2019 y alrededor de
dos tercios procedían de América del Sur. Las investigaciones de
Greenpeace indican que ese mismo año Europa movilizó casi 12 millones de hectáreas de tierra en el extranjero para satisfacer su demanda de soja para
forraje.
El
continente juega un papel desmedido como fuente de demanda de soja paraguaya y,
durante años, la Unión Europea (UE) ha sido el primer mercado de exportación de Paraguay.
La soja
cultivada en Paraguay entra en Europa por dos vías principales, directa e
indirectamente. La mayor parte (alrededor de 1,1 millones de toneladas en 2019) se importa con registro de origen de Paraguay principalmente como harina
de soja.
Dentro
de Europa, Polonia, el Reino Unido y Dinamarca son los mayores compradores de
harina de soja procedente directamente de Paraguay y, algunos años, Italia
también ocupa una posición importante en la clasificación. La Base de Datos Estadísticos
de las Naciones Unidas sobre el Comercio Internacional (UN Comtrade)
indica que, en 2021, Polonia importó poco menos de 372.000 toneladas de
harina de soja paraguaya; el Reino Unido, 290.000; y Dinamarca, 70.000.
Sin
embargo, resulta probable que el volumen real de las importaciones de soja
paraguaya de Europa sea mucho mayor y que haya matices respecto a su destino
final y su uso dentro de Europa.
Más
allá de esas importaciones directas, en 2019, por ejemplo, existe la
posibilidad de que se importaran a Europa otros 0,7 millones de toneladas
de soja paraguaya entre los 7,7 millones de toneladas de harina de soja
que Argentina suministró al continente, ya que más de 3,3 millones de toneladas de soja cultivada y cosechada en Paraguay se procesaron en la inmensa
industria de trituración argentina y luego se reexportaron como soja triturada
argentina.
De este
modo, en 2019-2020 Europa podría haber adquirido alrededor de 1,8 millones
de toneladas métricas de soja paraguaya (esto es, más del 5,2 % de las
importaciones del continente), una cantidad
significativamente mayor que la contribución de cerca del 3 % de Paraguaya la producción mundial de soja.
Por lo
tanto, Europa ha sido un motor clave de la expansión de la soja en
Paraguay y,
para producir esa legumbre para el continente, se han ocupado unas
615.000 hectáreas de tierra paraguaya, una superficie cuatro veces
mayor que el Gran Londres y casi cuatro veces mayor que la superficie combinada
de París, Berlín, Bruselas y Roma.
Europa ha sido un motor clave de la expansión de la soja en Paraguay y, para producir esa legumbre para el continente, se han ocupado unas 615.000 hectáreas de tierra paraguaya, una superficie cuatro veces mayor que el Gran Londres y casi cuatro veces mayor que la superficie combinada de París, Berlín, Bruselas y Roma.
Además,
el Reino Unido es una fuente especialmente importante de demanda de soja
paraguaya, que supone una proporción mucho mayor del suministro global del
Reino Unido de lo que sugiere el comercio directo.
Los
datos proporcionados a la Confederación de Industrias Agrícolas (AIC, por sus
siglas en inglés) por los principales comerciantes, entre ellos ADM, Cefetra y
Cargill, que incluyen las importaciones indirectas a través de los estados
miembros europeos, indican que el Reino Unido realmente importó
375.215 toneladas del equivalente de harina de soja paraguaya en 2020 y
371.000 toneladas en 2019, lo que representa el 15,6 % y el 16 %
de la soja para pienso importada al Reino Unido en los años respectivos.
El enorme uso de soja paraguaya que
aparentemente se hace en el Reino Unido lo origina la demanda del sector del
pollo y probablemente en una proporción significativa el grupo alimentario
británico 2 Sisters.
Trazado del viaje de envíos solapados
UNA BARCAZA DE SOJA SE DIRIGE RÍO ARRIBA, PASANDO POR EL PUERTO DE SOJA DE CAIASA QUE COMPARTE CON OTROS COMERCIANTES EN EL RÍO PARAGUAY, AL SUR DE ASUNCIÓN. GLOBAL WITNESS
Las
rutas precisas que sigue la soja paraguaya en dirección a las cadenas de suministro
europeas se encubren bajo transbordos solapados en gigantescas terminales de
tránsito de terceros países, en particular, en Argentina. La mayoría de los
datos comerciales disponibles no aclaran quién envía qué a quién ni tampoco
dónde ni cuándo.
Pero
nuestra investigación ha logrado descubrirlo.
Dado
que Paraguay no tiene litoral, casi toda su cosecha de soja sale por vía fluvial.
El
crecimiento de las exportaciones de soja ha impulsado un rápido desarrollo de
las infraestructuras fluviales del país: en los últimos 30 años, su flota
se ha multiplicado por 50, pasando de 100 a 5.000 barcos. Este desarrollo ha convertido
a Paraguay en «el líder inequívoco de la navegación fluvial de América Latina,
y en el tercero del mundo, después de EE. UU. y China».
En
2016, Paraguay contaba con 26 puertos cerealeros fluviales dedicados exclusivamente al traslado de soja: 16 en las orillas del río Paraguay y 10 en
las del río Paraná. La mayor concentración se alza
sobre el río Paraguay allá donde bordea el oeste de Asunción. Cargill (Puerto
Unión), ADM (Puerto Sara) y el gigante ruso Sodrugestvo (SARCOM) operan puertos
privados en esa zona, mientras que el gigante estadounidense Bunge, el
comerciante francés Louis Dreyfus Company y COPAGRA, la filial paraguaya del
coloso agroindustrial argentino AGD, comparten un puerto y una enorme planta de
transformación de nombre CAIASA.
EL PUERTO SARA DE ADM, A 40 KM AL SUR DE LA CAPITAL PARAGUAYA, ASUNCIÓN, DESDE DONDE LA EMPRESA EMBARCA GRANOS Y HARINA DE SOJA PARA SU EXPORTACIÓN. GLOBAL WITNESS
En esos
y otros puertos, la soja se carga en barcazas que harán un largo viaje río
abajo. Su destino suele ser la ciudad argentina de Rosario, el mayor centro de exportación de soja del mundo, en el que los puertos y las plantas de
transformación se alinean a lo largo de 70 km de ribera.
Allí,
los comerciantes de productos básicos operan puertos para el transbordo de
harina de soja paraguaya: ADM tiene una instalación llamada
Muelle El Tránsito, Cargill tiene
Muelle Quebracho y Bunge y COPAGRA (o AGD)
comparten un complejo llamado Terminal 6. Siguiendo el curso del río,
ADM también opera una terminal de transbordo en Nueva Palmira, Uruguay.
En
Rosario, la soja paraguaya entera se tritura y se reexporta como harina de soja
argentina, lo que significa que millones de toneladas de soja paraguaya desaparecen cada año en la inmensa trituración de soja que tiene lugar en
Argentina. La harina de soja paraguaya se
transfiere entonces en los puertos de transbordo de los comerciantes a los
enormes buques de carga a granel que la entregan a compradores de todo el
mundo, con Europa como principal destino.
Nuestra
investigación rastreó el viaje que sigue la harina de soja paraguaya desde las
instalaciones de transbordo de ADM, Cargill y Bunge hasta las empresas de
alimentación animal que suministran a dos de las mayores empresas cárnicas de Europa:
2 Sisters, en el Reino Unido, y Danish Crown, en Dinamarca.
En
1993, Ranjit Singh Boparan, un ayudante de carnicero que había dejado la
escuela a los 16 años, fundó 2 Sisters. Desde entonces, la empresa se ha
convertido en el mayor productor de pollo del Reino Unido, ya que transforma más de 10 millones
de aves a la semana y suministra un tercio de todos los productos a base de pollo que se consumen en el país.
Paraguay
es una fuente clave de la soja que se usa en el pienso para pollos de
2 Sisters, según la propia política en materia de abastecimiento de soja de la empresa, que afirma: «A lo largo de muchos años la experiencia de 2SFG ha
demostrado que la harina de soja brasileña y paraguaya ha sido de calidad
superior a otras fuentes».
Esta
política también establece que toda la soja del pienso para pollos de
2 Sisters la suministran tres comerciantes que dominan el flujo de la soja
paraguaya hacia Europa: Cargill y ADM (el primer y segundo exportador de soja
de Paraguay, respectivamente) y el Grupo Cefetra, una empresa con operaciones
en el Reino Unido que es a su vez propiedad del Grupo BayWa, un gigante de
productos agrícolas, energía y materiales de construcción con sede en Alemania.
Cefetra declaró que el 45 % de sus importaciones al Reino Unido e Irlanda
de equivalente de soja previstas para 2020 eran de origen paraguayo.
Nuestra
investigación descubrió múltiples envíos de soja paraguaya al Reino Unido por
parte de ADM, Cargill y Bunge, entre ellos, envíos de Bunge a Cefetra. La soja
paraguaya de estos envíos la adquieren fabricantes de pienso del Reino Unido y
se utiliza para la producción de los pollos que sacrifica y vende
2 Sisters.
Entre
estas empresas de pienso se encuentran 2Agriculture (asociada de 2 Sisters
que también es propiedad de la familia Boparan) y ABN, una empresa de pienso
propiedad de AB Agri, parte de Associated British Foods. También es probable que a
2 Sisters lleguen cantidades menores a través de ForFarmers UK,
filial de uno de los mayores conglomerados europeos de alimentación animal:
ForFarmers BV. Las empresas 2Agriculture y
ForFarmers UK anunciaron recientemente sus planes de fusionar sus
operaciones, lo que dará a ForFarmers una cuota mayor del mercado de pollos
británico gracias a los contratos de 2 Sisters.
Ninguna de estas
empresas de pienso negó haber utilizado la soja paraguaya de ADM, Cargill y
Bunge (a través de Cefetra) cuando suministró pienso para aves a
2 Sisters.
Nuestra
investigación descubrió dos rutas específicas por las que la harina de soja
paraguaya de ADM llega a los pollos de 2 Sisters: una es a través de
Portbury, en el suroeste de Inglaterra, y otra es a través de Seaforth, en el
noroeste de Inglaterra, junto a Liverpool.
ADM: el nexo de Portbury
EL SHANDONG FU YOU FRENTE A PORTISHEAD, BRISTOL, INGLATERRA, EL 16 DE JULIO DE 2022, 6 DÍAS DESPUÉS DE ATRACAR EN EL MUELLE DE PORTBURY PARA DESCARGAR 24.200 TONELADAS DE HARINA DE SOJA PARAGUAYA PARA ADM. HUW GIBBY
El 10
de julio de 2022, un buque mercante de 200 metros de eslora llamado
Shandong Fu You se abrió paso hasta el muelle de Portbury, en
Inglaterra. A bordo había 24.200 toneladas de harina de soja paraguaya,
que se habían cargado tres semanas antes en el puerto de transbordo de ADM en Nueva
Palmira.
El año
anterior, en 2021, otros dos buques habían realizado la misma ruta: el
Mandarin Phoenix llevó 10.000 toneladas de harina de soja desde el
puerto de El Tránsito de ADM hasta Portbury en diciembre, mientras que el
Amis Unicorn entregó 22.000 toneladas pasando por el mismo puerto de
ADM en junio.
Desde
Portbury, la harina de soja paraguaya de ADM se transporta en camiones a un parde fábricas de pienso operadas por ABN en los bonitos pueblos de Uffculme y
Cullumpton, en Devonshire, donde se mezcla con otros insumos como trigo y maíz
para producir pienso para pollos destinado a 2 Sisters.
Este
pienso se transporta por estrechos caminos rurales hasta el conjunto de
explotaciones avícolas de producción intensiva de la región. La principal de todas ellas es
Swanhams, una explotación industrial de pollos explotada por
Hook 2 Sisters, una empresa conjunta de 2 Sisters y el criadero
PD Hook. Desde la puerta principal, la
explotación avícola de Swanhams es una discreta serie de seis graneros de
madera. Sin embargo, una mirada más atenta revela que la fachada de madera solo
se mantiene en la parte frontal y que hacia atrás se extienden más de cien
metros de estructuras de metal ondulado. Dentro de cada una de ellas hay
60.000 pollos y todo el complejo contiene 350.000 a la vez.
LA PLANTA DE PROCESAMIENTO DE 2 SISTERS EN WILLAND, EN EL REINO UNIDO, DONDE SE SACRIFICAN UN MILLÓN DE AVES CADA SEMANA. GLOBAL WITNESS
Estos
pollos pasan entre cinco y seis semanas en las explotaciones avícolas de
producción intensiva y luego están listos para el sacrificio. Los recogen «cuadrillas decaptura», que los meten en cajas y los
apilan en camiones para su transporte al vasto matadero avícola de
2 Sisters en el pueblo de Willand, donde se sacrifica a un millón depollos a la semana.
Ni ADM
ni 2Agriculture ni ABN ni 2 Sisters refutaron estas conclusiones cuando se
las planteamos.
ADM: el nexo de Seaforth
Más
hacia el norte en la costa inglesa, 2 Sisters también se abastece de
harina de soja paraguaya de las instalaciones de ADM en el puerto de Seaforth,
cerca de Liverpool. En lo que va de 2022, ADM ha enviado a Seaforth al menos
37.615 toneladas de esta harina en dos remesas desde su terminal de
transbordo en Nueva Palmira, Uruguay.
Desde
Seaforth, la harina de soja paraguaya de ADM se transporta en camiones a una
instalación cercana de producción de pienso en Llay, Gales del Norte, operada
por 2Agriculture, la asociada de 2 Sisters.
Desde
la fábrica de 2Agriculture, el pienso para pollos se suministra a los numerosos
complejos de Hook 2 Sisters de la zona, entre ellos, la granja avícola de Treuddyn y el conjunto de
explotaciones avícolas de producción intensiva de la empresa en el noroeste de
Gales. Los
pollos que se crían en estos complejos se sacrifican en el matadero avícola
principal de 2 Sisters en Sandycroft, cerca de Deesyde, en el que también
se mata a un millón de aves cada semana.
LOS MUELLES DE SEAFORTH, LIVERPOOL, DONDE ADM Y CARGILL HAN RECIBIDO CARGAMENTOS DE SOJA PARAGUAYA UTILIZADA FINALMENTE EN LOS ALIMENTOS PARA POLLOS. A.P.S. (UK)/ALAMY STOCK PHOTO
Cargill
Cargill también envía harina de soja paraguaya a Seaforth a través de
Muelle Quebracho, su centro de transbordo en Rosario. En 2021, Cargill
transportó casi 60.000 toneladas de harina de soja paraguaya en tres
remesas a sus instalaciones en Seaforth. Al igual que la de
ADM, la soja de Cargill (incluida la importada de Paraguay) se vende a
fabricantes de pienso, entre ellos 2Agriculture y ABN, para su uso en la
producción de los pollos de 2 Sisters.
Ninguna de estas empresas refutó estos vínculos de la cadena de
suministro cuando se los planteamos. ABN nos dijo que utiliza el sistema de
certificación Triple S de procedencia y suministro sostenible de Cargill.
Una
parte sustancial de las importaciones de soja de Cargill al Reino Unido también
abastece a la propia operación integrada de pollo del gigante estadounidense:
Avara Foods, una empresa conjunta con el productor británico
Faccenda Foods. Una investigación reciente de Unearthed descubrió que la
soja de la planta de Cargill en Seaforth se transporta primero a las fábricas
de pienso para aves de la empresa en Hereford y Banbury y luego a las granjas
de pollos de Avara.
Bunge
Por
último, Bunge también envía harina de soja paraguaya al Reino Unido. En lo que
va de 2022, el gigante estadounidense ha entregado tres remesas que alcanzan un
total de 18.260 toneladas a las instalaciones de Belfast de Cefetra,
comerciante de ingredientes para pienso. Cefetra, a su vez, vende soja
(incluida la paraguaya suministrada por Bunge y otros) a empresas que
satisfacen la demanda de pienso de 2 Sisters, por ejemplo, ABN y 2Agriculture. Ninguna de estas empresas
refutó estos vínculos de suministro cuando se los planteamos.
CUERPOS DE CERDOS COLGADOS EN LA PLANTA DE PROCESAMIENTO DE DANISH CROWN EN HORSENS, DINAMARCA. ALASTAIR PHILIP WIPER-VIEW / ALAMY STOCK PHOTO
La soja
paraguaya llega a las explotaciones porcinas de producción intensiva de
Danish Crown a través de otro gigante nórdico de la agroindustria,
Danish Agro. Se trata de una de las 10 mayores empresas de
alimentación animal de Europa: gestiona alrededor del 40 % de las importaciones de soja de Dinamarca y produce 2,8 millones de toneladas de pienso al año.
ADM es su principal proveedor de soja.
Rastreamos
dos envíos de soja paraguaya desde el puerto El Tránsito de ADM en Rosario
hasta las instalaciones de almacenamiento que Danish Agro alquila a
Associated Danish Ports (ADP) en Fredericia, una ciudad portuaria en la
península danesa de Jutlandia. Los envíos, de un total de
48.000 toneladas, llegaron en junio y diciembre de 2021: 20.000 a bordo del
Amis Unicorn y 28.000 en el Mandarin Phoenix.
Desde
los muelles, la soja se transporta en camiones a las fábricas de pienso de
Danish Agro. Allí, la soja puede mezclarse con otros insumos, como la
cebada y el trigo, para fabricar pienso para cerdos, que se entrega a las granjas de cría porcina que abastecen la red de mataderos de Danish Crown.
Danish Agro afirmó que desaprobaba
enérgicamente las violaciones de los derechos humanos y territoriales, que eran
incompatibles con sus exigencias, y que se había puesto en
contacto con su principal proveedor de soja, ADM, y estaba a la espera de los
resultados de una investigación que ADM estaba llevando a cabo.
Los
mataderos de esta empresa son también complejos enormes; el más grande se
encuentra en Horsens y en él se sacrifica a 100.000 cerdos a la semana,
cuya carne se envasa allí mismo.
EL MANDARÍN PHOENIX ENTREGÓ 28.000 TONELADAS DE SOJA PARAGUAYA DE ADM A DANISH AGRO EN FREDERICIA, DINAMARCA, EL 22 DE DICIEMBRE DE 2021. PETER WARD
El principal competidor de
Danish Agro en Dinamarca es DLG, otra de las mayores empresas europeas de
alimentación animal, que importa 900.000 toneladas de harina de soja al año. Cargill envió 11.500 toneladas de harina de
soja paraguaya a DLG en 2022, pero esta empresa alegó que no se había utilizado
para la alimentación de cerdos, con lo que no se había suministrado a
Danish Crown.
También
rastreamos un envío de 30.000 toneladas de soja paraguaya de ADM en el Apogee Endeavour,
que descargó su mercancía el 22 de abril de 2021 junto a unas instalaciones de la terminal
granelera de Aarhus que múltiples fuentes indican que es propiedad de DLG o está bajo su
control. Sin embargo,
aunque DLG reconoció que el envío se había producido, negó que la soja se les
hubiera entregado a ellos o en una instalación operada por ellos o bajo su
posesión.
Al igual que
Danish Crown, tanto Danish Agro como DLG son cooperativas propiedad
de ganaderos porcinos daneses, muchos de los cuales podrían ser también socios
propietarios de Danish Crown. Ambas empresas de pienso tienen acuerdos con
Danish Crown en virtud de los cuales se controlan y comparten datos sobre
los volúmenes de pienso, los ingredientes y las ventas de cerdos a
Danish Crown.
El pollo de 2 Sisters y la carne de cerdo de origen danés del
grupo Danish Crown reinan en las tiendas, los supermercados y las cadenas
de restaurantes de todo el continente y los consumen docenas de millones de
consumidores europeos cada día.
EL POLLO DE 2 SISTERS Y LA CARNE DE CERDO DEL GRUPO DANISH CROWN SON OMNIPRESENTES EN LAS CADENAS DE TIENDAS; AL MENOS 26 GRANDES MINORISTAS EUROPEOS SE ABASTECEN DE ELLOS.
El pollo de 2 Sisters y la carne de cerdo de origen danés del
grupo Danish Crown reinan en las tiendas, los supermercados y las cadenas
de restaurantes de todo el continente y los consumen docenas de millones de
consumidores europeos cada día.
Hemos identificado 3 cadenas de comida rápida que
utilizan el pollo de 2 Sisters en el Reino Unido; al menos 10 minoristas
británicos que venden o hasta hace poco vendían productos de 2 Sisters y
Danish Crown o que utilizaban su carne; y otros 13 minoristas importantes
de Francia, Alemania e Italia que venden carne de cerdo de Danish Crown.
La
empresa 2 Sisters afirma ser proveedora de Kentucky Fried Chicken (KFC) en
el Reino Unido. Nando’s Reino Unido e Irlanda y McDonald’s también son clientes de
2 Sisters.
Además, 2 Sisters especifica que, entre sus clientes del Reino Unido, se encuentran los minoristas
británicos Aldi, Asda, Co-op, Lidl, Marks & Spencer (M&S), Morrisons,
Sainsbury’s, Tesco y Waitrose,
aunque Waitrose nos dijo que ya no adquiere productos a esta empresa.
Según se dice, Iceland, el gigante de los alimentos congelados, también es uno de sus clientes.
Estos minoristas utilizan
2 Sisters para sus productos de marca blanca. Algunos ejemplos son la
línea Willow Farms de Tesco y la marca GastroPub de platos precocinados de
M&S.
LA MARCA DE POLLO "WILLOW FARMS" DE TESCO, Y LA MARCA DE PLATOS PREPARADOS "GASTROPUB" DE MARKS AND SPENCER, AMBAS PRODUCIDAS POR 2 SISTERS.
Todos estos minoristas británicos
venden también productos fabricados por Danish Crown o por filiales del
grupo.
La división de carne en conserva de
Danish Crown, llamada Tulip, es una de las operaciones más conocidas de la empresa, ya
que produce más de 130 millones de latas de carne al año.
Tulip tiene la licencia de la empresa
estadounidense de bienes de consumo Hormel Foods para producir su mundialmente
famosa marca de fiambre de carne SPAM® para el mercado europeo. SPAM® se vende en muchos de los principales
minoristas del Reino Unido, como Sainsbury’s, Tesco, Asda, Morrisons, Co-op, Waitrose y Iceland.
Algunos
supermercados del Reino Unido, como Sainsbury’s y Tesco, también venden productos
fabricados en las instalaciones de Tulip de Danish Crown con la propia
marca Tulip.
Sainsbury’s
incluye la empresa Tulip Food Company, de Vejle (Dinamarca), en su lista deproveedores de primer nivel de enero de 2022. El jamón magro y el picadillo de carne de cerdo y jamón en lata de su marca blanca se fabrican
en Dinamarca con carne de cerdo danesa y el minorista no negó que fuera en
instalaciones de Danish Crown.
Lidl
incluye cuatro entidades de Danish Crown, dos de ellas en Dinamarca (una
de las cuales es una instalación de Tulip) en una lista de 2022 de sus
proveedores.
M&S
también se ha abastecido de carne de cerdo cocida y en lonchas de la división Tulip de Danish Crown para sus productos de marca blanca y, aunque el contrato
supuestamente terminó en 2019, M&S no negó seguir adquiriendo carne de
cerdo de Danish Crown cuando nos pusimos en contacto con ellos.
Aldi Reino Unido también se
abastece de Danish Crown.
Tulip
también comercializa una amplia gama de ingredientes para pizzas bajo la marca
SuperTops. Estos ingredientes los comercializan mayoristas de catering
con sede en el Reino Unido que los venden a numerosas pizzerías y fabricantes
de pizza independientes de todo el país.
Más allá del Reino Unido, los
productos y la carne de Danish Crown también están a disposición de
millones de consumidores más en toda la Europa continental.
En Francia, las conservas de carne,
salchichas y jamón de la marca Tulip pueden comprarse en Carrefour, Intermarché, Monoprix y Auchan. En Alemania, se venden en los
puntos de venta de Edeka, REWE, NETTO, Kaufland, METRO, Aldi Nord y Aldi Sud.
LAS CONSERVAS DE CERDO FABRICADAS POR DANISH CROWN SON OMNIPRESENTES EN LOS PRINCIPALES SUPERMERCADOS DE EUROPA.
En las instalaciones de Tulip
también se fabrican productos de fiambre de cerdo enlatados bajo el nombre Brookdale, una marca registrada
a nombre de Aldi Inc, filial estadounidense de Aldi
Sud en Alemania. Los registros comerciales
indican que las empresas de Danish Crown enviaron miles de toneladas
de productos de cerdo Brookdale desde Dinamarca a Estados Unidos entre 2017 y
2022, lo que es probable que represente más de cinco millones de latas
durante ese periodo[.
Danish Crown también cuenta
con dos marcas principales de cortes de carne de cerdo cruda: su línea genérica de carne de
cerdo cruda
(Tender Pork) y Pure Pork, una línea de carne libre de aditivos antibióticos
y de elevado nivel de bienestar animal.
Pure Pork se ofrece en cortes de
carne cruda en los 300 supermercados Decò de toda Italia.
Además, Pure Pork se utiliza para fabricar la
popular marca alemana de productos porcinos Reinert HerzensSACHE.
Esta marca, propiedad de The Family Butchers, el segundo productor de
salchichas y jamón de Alemania, se
vende en numerosos supermercados alemanes y en muchos otros de Europa.
LA MARCA "PURE PORK" DE DANISH CROWN SE UTILIZA EN LOS PRODUCTOS DE REINERT HERZENSSACHE.
La soja
que contiene el negocio danés de carne de cerdo de Danish Crown también
llega a los consumidores europeos a través de Sokołów, filial de
Danish Crown, que es una de las mayores empresas cárnicas de Polonia,
entre otras vías, bajo la marca Sokoliki.
Los productos de Sokołów se
venden principalmente en Polonia, pero cada vez están más presentes en los
supermercados de toda Europa, como en los británicos Sainsbury’s, Tesco, Morrisons y Asda.
Como muestra este resumen no exhaustivo, los
europeos que consumen pollo o cerdo comprarán casi con toda seguridad productos
fabricados por 2 Sisters o Danish Crown, los cuales contienen soja
paraguaya suministrada por comerciantes vinculados a vulneraciones de derechos
humanos en Paraguay.
Vínculos directos con las vulneraciones
LOS CONSUMIDORES SE ARRIESGAN A CONTRIBUIR A LAS VIOLACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS EN PARAGUAY CUANDO COMPRAN CARNE DE CERDO Y POLLO QUE VENDEN DECENAS DE GRANDES MINORISTAS EUROPEOS. RENÉ VAN DEN BERG / ALAMY STOCK PHOTO
Además,
cuando las empresas muestran negligencia a la hora de evaluar, detectar,
prevenir o mitigar ese tipo de vulneraciones de los derechos humanos, según
estas normas, se considera que han «contribuido» a las vulneraciones, lo que
las hace responsables de brindar reparación a las comunidades afectadas.
En nuestro informe de investigación se plantea que
todas las empresas posteriores a los grandes comerciantes de la soja en la
cadena de suministro, como mínimo, corren el riesgo estructural de estar directamente
vinculadas (si es que no tienen un claro vínculo directo) a las vulneraciones
que descubrimos en Paraguay. Un gran número de empresas también muestran
muchos, si no todos, los incumplimientos de diligencia debida asociados a la
contribución a las violaciones.
Ninguna empresa mencionada en este informe refutó
esta valoración cuando se la planteamos, salvo ADM (que afirma que su
investigación preliminar —para la cual no ha indicado que haya consultado a las
víctimas— concluye que sus proveedores no están causando violaciones y que sus
explotaciones no se solapan con ninguna tierra comunitaria).
Es obvio que, según parece, nadie ha brindado
reparación a las comunidades ava guaraní, mbya guaraní o campesinas
afectadas por la producción industrial de soja en Paraguay.
Estos factores parecen indicar que todo el sector está incumpliendo sus responsabilidades en virtud de las normas internacionales de derechos humanos.
Opacidad organizada
La industria de la soja es
abrumadoramente opaca.
Un informe de 2021 de 3Keel sobre
la soja que contienen los productos que venden una serie de minoristas
importantes muestra muy claramente la falta de transparencia que reina en el
sector.
En él se concluía que, de los
1,63 millones de toneladas de soja que se estimaba que contenían los
productos cárnicos vendidos por los minoristas en el Reino Unido y Europa en
2020, solo el 38 % contaba con algún tipo de declaración de «no
deforestación» (el 62 % no tenía ninguna);
que los minoristas solo podían rastrear el 41 % hasta un comerciante de soja concreto; y que el 72 % de ellos no tenía ninguna prueba o no tenía suficientes pruebas del país de origen de la soja.
Para la investigación que formó parte de este
informe, Global Witness envió encuestas sobre el abastecimiento de soja a más
de 30 empresas de alimentación animal, minoristas y empresas de bienes de
consumo que venden productos de 2 Sisters y Danish Crown por toda
Europa, así como a estas dos empresas cárnicas, solicitándoles información
sobre el volumen, origen, trazabilidad y certificación de sostenibilidad de su
soja.
La
mayoría no respondieron. De las 15 que lo hicieron, ni una sola empresa pudo o
quiso proporcionar información lo suficientemente detallada como para permitir
un análisis significativo de su abastecimiento de soja paraguaya. No obstante,
muchas seguían proclamando las políticas en materia de sostenibilidad con las
que se habían comprometido o las iniciativas del sector que habían suscrito.
Negligencias en cascada
UNA CINTA TRANSPORTADORA ALIMENTANDO TOLVAS EN UNA TERMINAL DE EXPORTACIÓN DE SOJA PROPIEDAD DE CARGILL. TARCISIO SCHNAIDER / ISTOCK
La
dependencia que tiene el sector industrial cárnico europeo de la soja barata
para la alimentación animal ha sido una de las principales causas de los daños
y perjuicios en materia de derechos humanos y de medio ambiente que se han dado
por toda América Latina durante años.
Los
grandes comerciantes de la soja, entre los que se encuentran ADM, Cargill y
Bunge, han sido casi siempre los principales cauces de complicidad en esta
larga historia de vulneraciones.
Sus
compras de soja manchada por violaciones de los derechos humanos en países como
Paraguay constituyen incumplimientos graves y reiterados de las normas
internacionales en materia empresarial y de derechos humanos.
El control que tienen estos comerciantes del suministro altamente opaco de soja a Europa significa que, si no todos, la mayoría de los agentes posteriores a ellos en la cadena de valor europea de la proteína heredan sus incumplimientos sin demasiadas contemplaciones.
A
través de su propia negligencia, los agentes corporativos europeos de las fases
de la cadena posteriores a los comerciantes también han contribuido durante
años a vulneraciones tales como las que nosotros documentamos en Paraguay.
Esto
incluye a prácticamente todos los tipos de agentes importantes implicados en la
industria cárnica europea: desde las empresas de alimentación animal, los
operadores de explotaciones industriales a los que estas abastecen y los
grandes procesadores de pollo y cerdo, hasta los minoristas de grandes marcas,
las cadenas de comida rápida y las empresas de bienes de consumo que venden
productos cárnicos a millones de consumidores europeos.
Una era de «Responsabilidad» no regulada
A la
luz de las numerosas denuncias de deforestación y violaciones de derechos
humanos en las cadenas de suministro de la soja, el sector ha adoptado una
serie de políticas empresariales, iniciativas del sector y sistemas de
certificación voluntarios para ayudar a sanear sus cadenas de suministro.
Sin embargo, estos planteamientos voluntarios han fracasado en repetidas ocasiones a la hora de detener el flujo que llega a las mesas de los consumidores europeos de la soja de origen turbio que contiene la carne barata.
Para
mantener el volumen de soja a escala industrial, las empresas han permitido que
el pragmatismo triunfe sobre los principios constantemente.
Las
políticas y prácticas de las empresas que participan en las cadenas de valor de
la carne de 2 Sisters y Danish Crown solo son un caso más.
Casi
todas las empresas europeas mencionadas en este informe son miembros de
iniciativas del sector o adoptan políticas por las que afirman garantizar que
no aceptan soja de origen turbio o que están trabajando para garantizar que no
la aceptarán.
Tanto
Danish Crown como 2 Sisters han firmado, por ejemplo, la que quizá sea
la iniciativa voluntaria más reciente y coordinada de la industria para sanear
el sector: el Manifiesto de la Soja del Reino Unido, publicado en noviembre de
2021. Muchos de los principales minoristas y cadenas de restaurantes
pertinentes del Reino Unido también lo han suscrito.
Los
firmantes del manifiesto han adoptado o están empezando a adoptar políticas por
las que se comprometen a «garantizar
que todos los envíos físicos de soja al Reino Unido estén libres de
deforestación y conversión» y a hacerlo «a más tardar para 2025».
Resulta importante destacar que el manifiesto mencionado es «coherente»
con la Iniciativa
del Marco de Rendición de Cuentas, por lo que refleja
las normas sobre derechos humanos y derechos territoriales de las comunidadesindígenas y locales de la iniciativa, lo que incluye el consentimiento libre, previo e informado.
Dado que ninguno de los firmantes importa soja al Reino Unido (entre
ellos no hay grandes comerciantes ni empresas de pienso), las empresas se
proponen alcanzar el objetivo del manifiesto comprometiéndose a realizar cinco
acciones básicas y factibles, como el establecimiento de un
compromiso de no deforestación para 2025 con un plan de acción o la exigencia
de que sus proveedores directos adopten y repercutan ese mismo compromiso.
Ciertamente, la masa crítica de empresas que participan
en la iniciativa del manifiesto no tiene precedentes y podría generar un cambio
positivo en todo el sector europeo, no solo en el Reino Unido.
Sin embargo, más allá de la ambición y la escala de la
iniciativa, hay razones de peso para temer que el objetivo principal no se
logre y que, incluso después de 2025, los productos vendidos por los miembros
firmantes sigan conteniendo la soja de origen turbio producida en explotaciones
como las que visitamos en Paraguay.
El
rumbo que sigue 2 Sisters sin duda es alarmante.
Desde
la firma del manifiesto en 2021, 2 Sisters publicó en junio una política
revisada en materia de adquisición de soja para 2022 que reproduce casi al
detalle su política de 2021.
La empresa reitera explícitamente su preferencia por la soja paraguaya y brasileña, con lo que envía un claro incentivo de mercado a los proveedores para que den prioridad a las importaciones de los dos países productores de la soja más polémica del planeta.
Sin
embargo, su política también especifica que el 100 % de la harina de soja
sudamericana utilizada en los piensos para aves de 2 Sisters cumple «tres
normas de abastecimiento de deforestación cero», a saber, los sistemas de
certificación de la sostenibilidad de ADM, Cargill y Cefetra.
Aunque esto
parece positivo, 2 Sisters indica que todas estas certificaciones
actualmente se basan en el modelo del «balance de masas por área o el balance
de masas», y que, para 2025, se espera que el 100 % de su harina de soja
esté certificada por balance de masas.
Con
esas pocas palabras, la primera política de 2 Sisters relativa a la soja
desde que la empresa firmó el Manifiesto de la Soja del Reino Unido garantiza
que el objetivo del acuerdo de «garantizar
que todos los envíos físicos de soja al Reino Unido estén libres de
deforestación y conversión» no se cumplirá, al menos en lo que respecta a los
derechos territoriales y los derechos humanos.
Que
2 Sisters acepte la certificación de balance de masas garantiza que gran
parte de la soja que utilice hasta 2025 y después de esa fecha incluirá
material producido en explotaciones que no están certificadas por los tres
sistemas de certificación de deforestación cero especificados en su política o
que probablemente incumpla sus respectivas normas de sostenibilidad.
Esto se
debe a que los sistemas de certificación de balance de masas en realidad son
trampas contables que usa la industria para legitimar soja que no se ha
verificado que cumpla las normas de sostenibilidad que se proclaman.
Balance comprometido
En el
marco de los sistemas de certificación de balance de masas o balance de masas
por área de la cadena de custodia, ADM, Cargill y Cefetra se abastecen de soja
procedente de explotaciones auditadas para cumplir sus normas de
sostenibilidad, pero también de explotaciones que no están certificadas y puede
que no cumplan las normas.
La soja
procedente de explotaciones certificadas y no certificadas puede mezclarse (y a
menudo se mezcla) en almacenes, barcos o elevadores de grano y también en
molinos cuando se tritura para producir harina y aceite de soja. Una parte de
la mezcla resultante se vende a los clientes con una certificación nominal, a
pesar de que contiene material no certificado.
EL ESQUEMA DEL "MODELO DE BALANCE DE MASAS" DE CARGILL PARA EL ESQUEMA DE CERTIFICACIÓN "TRIPLE S" DE LA EMPRESA, ILUSTRA CLARAMENTE CÓMO LA SOJA PROCEDENTE DE EXPLOTACIONES NO CERTIFICADAS SE MEZCLA CON LOS ENVÍOS CERTIFICADOS. CARGILL
En
conjunto, el volumen de producto mixto que se vende como certificado no debe
superar el volumen de la soja comprada a explotaciones certificadas. Así, si un
comerciante adquiere el 10 % a explotaciones certificadas y el 90 % a
explotaciones no certificadas o que no cumplen las normas, solo podrá vender
como certificado el 10 % de sus ventas totales.
Sin
embargo, por naturaleza, esta soja de certificación nominal puede incluir,
incluye y casi siempre incluirá soja de cualquier explotación no certificada de
la que se abastezca un comerciante, lo que incluye cualquiera que en sus
operaciones viole los derechos de las comunidades indígenas y campesinas, como
las explotaciones que visitamos en Paraguay, o de explotaciones implicadas en
la deforestación, por ejemplo.
Aparte de ADM,
ninguna de las empresas mencionadas en este informe refutó esta valoración
cuando se la planteamos. ADM declaró que «ADM no mezcla la soja, pero es
consciente de que cualquier producto ‘a granel’ manipulado a gran escala
normalmente se mezclará con otros».
No obstante, a pesar de los
juegos semánticos de ADM, la Norma de la Soja Responsable propia de ADM (especificada por 2 Sisters) dice explícitamente
que, según su oferta del balance de masas:
Está permitido mezclar un cultivo verificado con la misma especie de un cultivo no verificado.
Archer Daniels Midland, ‘Responsible Soybean Standard’, Version 2
Si bien
los sistemas de balance de masas exigen que al menos una parte de la soja de
cada remesa certificada proceda de explotaciones certificadas, en los sistemas que
se basan en el balance de masas por área esto no es así: en ellos, las remesas
individuales no tienen por qué contener soja de explotaciones certificadas,
siempre y cuando los volúmenes vendidos como certificados no superen los
volúmenes procedentes de explotaciones certificadas.
El
sistema de certificación de soja responsable certificada de Cefetra, CRS, que
solo ofrece la cadena de custodia del balance de masas por área, admite que su
sistema «puede dar como resultado una cantidad muy baja o incluso nula de
productos certificados en un envío».
El
aumento de la demanda de soja con certificado de balance de masas puede
aumentar la demanda de la soja certificada y, en teoría, incentiva a más
agricultores a adoptar una certificación de sostenibilidad. Esto es bueno; al
menos tanto como las auditorías que se realicen.
Sin
embargo, la certificación de balance de masas no garantiza en absoluto la
exclusión de la soja procedente de operaciones agrícolas polémicas o que no
cumplen las normas. De hecho, garantiza que la soja procedente de dichas
fuentes pueda entrar y probablemente siga entrando indefinidamente en las
cadenas de valor que la utilizan. El riesgo está garantizado estructuralmente.
De este
modo, mientras las empresas que aplican los sistemas de balance de masas sigan
comprando a fuentes implicadas en graves violaciones de derechos humanos (como
hacen los comerciantes mencionados en este informe), estos sistemas no
excluirán la soja procedente de esas fuentes y, por el contrario, servirán para
certificar falsamente una soja que en realidad procede de fuentes sin
certificar.
CARGADORES CON PALA MANIPULAN HARINA DE SOJA EN UN ALMACÉN A GRANEL EN SAN LORENZO, ARGENTINA. LA MAYOR PARTE DE LA HARINA DE SOJA PARAGUAYA SE AGREGA EN ESTAS INSTALACIONES, ANTES DE SU ENVÍO A EUROPA. WIRESTOCK/ ALAMY
La segregación
de la soja certificada y la no certificada es la forma más creíble de
garantizar la exclusión de la soja de fuentes no deseadas, pero la industria
cárnica y minorista europea —influida por la resistencia de los comerciantes de
soja y los fabricantes de pienso, por consideraciones económicas y por una
escasez indefinida de soja segregada— aparentemente no insiste en ella, si es
que llega a exigirla expresamente.
Una vez
más, el pragmatismo triunfa sobre los principios en lo que respecta a los derechos
humanos.
La
aceptación de la certificación de balance de masas por parte de los agentes más
progresistas de la industria en su conjunto, entre ellos, algunos supermercados
británicos, garantiza que el Reino Unido sea un mercado de destino para
cualquier agricultor al que compren soja ADM, Cargill, Cefetra y su proveedor
Bunge.
Esto
incluye la soja de los agricultores que causan directamente los más atroces e
inmorales daños y perjuicios en materia de derechos humanos y de medio ambiente
contra comunidades vulnerables como la ava guaraní de Ka’a Poty, la
mbya guaraní de Hugua Po’i o las de campesinos que luchan por sus
derechos y su vida en Yerutí y en Yvypé.
Ningún firmante del Manifiesto de la Soja del Reino Unido que venda pollo de 2 Sisters que contenga soja paraguaya con certificado de balance de masas sabe si está utilizando o seguirá utilizando soja procedente de alguna de las explotaciones que visitó Global Witness. Esto seguirá siendo así incluso después del objetivo final fijado por el acuerdo para 2025.
Ni
2 Sisters ni ninguno de los 10 minoristas ni las 3 marcas de
comida rápida del Reino Unido que venden los productos de pollo de esta empresa
refutaron esta valoración cuando Global Witness se la planteó. Salvo uno,
todos han firmado el Manifiesto de la Soja del Reino Unido.
Por lo
tanto, prácticamente todos los consumidores de pollo del Reino Unido se
arriesgan a comprar productos contaminados con soja producida en explotaciones
operadas por agricultores que vulneran los derechos humanos en Paraguay o en
otros lugares.
En
2 Sisters nos dijeron que estaban «preocupados» por los vínculos con las
violaciones de derechos en Paraguay que habíamos detectado y que habían pedido
explicaciones a sus proveedores. Según mencionaron, los sistemas de balance de
masas que especifican están «reconocidos como un medio para facilitar a los
agricultores el cumplimiento de normas de producción mejores y son comparables
a las directrices de abastecimiento responsable de soja de la Federación
Europea de Fabricantes de Alimentos Compuestos (FEFAC)».
Eso es
cierto, precisamente porque esos reconocimientos de la industria y las
directrices de la FEFAC permiten el blanqueo de la soja de origen turbio en
remesas certificadas a través de sistemas de balance de masas.
De hecho, la FEFAC ha presionado de forma proactiva a la UE para asegurarse de
que la normativa propuesta sobre deforestación permita que la soja no
rastreable, sin segregar y sin certificar procedente de explotaciones como las
que visitamos en Paraguay se envíe a Europa mezclada en remesas con certificado
de balance de masas (véase a continuación la sección titulada Campaña a favor
de una legislación laxa).
’Nando's no refutó ninguna de las alegaciones que
le planteamos, pero un portavoz afirmó: «una cadena de suministro sostenible y
ética es parte integral de nuestro negocio. Trabajamos estrechamente con
nuestros proveedores, que, al igual que nosotros, toman muy en serio su
responsabilidad en el abastecimiento de soja. Contamos con sólidos
protocolos para garantizar que la producción de soja se ajuste a las normas
exigidas. Además, hemos firmado el Manifiesto de la Soja del Reino Unido y
seguimos esforzándonos por aplicarlo».
Un portavoz de KFC
declaró: «Tenemos requisitos muy claros para nuestros proveedores en
cuanto al abastecimiento ético; además, el bienestar de nuestra gente (y de
todas las personas que forman parte de nuestra cadena de suministro) es siempre
una prioridad absoluta. Somos uno de los principales firmantes del Manifiesto
de la Soja del Reino Unido y hemos adquirido el compromiso de garantizar que la
soja de nuestra cadena de suministro se adquiera de forma responsable, por lo
que nos tomamos muy en serio estas acusaciones. Agradecemos a
Global Witness que nos haya avisado sobre este asunto y seguiremos atentos
a la situación».
McDonald’s no respondió a nuestros
hallazgos.
Por supuesto, el problema no afecta solo al Reino Unido, ni a 2 Sisters, ni al pollo. Los mismos sistemas se utilizan en la cadena de valor de la carne de cerdo de Danish Crown y en la venta de sus productos por parte de minoristas de toda Europa.
Los minoristas europeos han creado
iniciativas de sostenibilidad similares a las del Reino Unido.
El Manifiesto de la Soja de
Francia, firmado a finales de 2020 por los principales minoristas de la nación
(entre ellos, los que venden los productos de Danish Crown mencionados
anteriormente), también obliga a los firmantes a «movilizar a los proveedores de
su marca blanca a partir de enero de 2021 para que incluyan una cláusula
contractual de no conversión o deforestación […] en los pliegos de condiciones»
que refleje una fecha límite de deforestación de enero de 2020.
Sin embargo, este manifiesto secentra principalmente en los productos de marca blanca de los minoristas y el
compromiso de «apoyar la aplicación de estos compromisos por parte de las
marcas nacionales» obviamente no se aplicaría a Danish Crown.
En
Alemania, muchos
de los minoristas que se abastecen de productos de Danish Crown firmaron
una declaración en 2020 en la que se denunciaban las compras de cereales
vinculados a la deforestación por parte de ciertos comerciantes de soja. Sin
embargo, la declaración se refiere únicamente a Brasil.
Deutsche
Umwelthilfe, una destacada ONG alemana de defensa del medio ambiente, evaluó
las políticas de los supermercados relativas a la soja en un informe de julio de 2021 que abarcaba todas las cadenas que mencionamos anteriormente. El
estudio concluyó que «ninguna de las empresas analizadas puede recibir una
calificación buena» y que los supermercados «obtienen una puntuación
especialmente baja en los criterios de trazabilidad, calidad estándar y
transparencia».
No hay duda de que aún queda mucho por hacer.
Si bien Danish Crown no ha detallado públicamente las certificaciones o normas específicas necesarias para cumplir los compromisos que adquirió al firmar el Manifiesto de la Soja del Reino Unido ni su «plan de acción de la soja» (elaborado en 2020 en cooperación con la Alianza Danesa para la Soja Responsable), los mismos comerciantes principales de soja (ADM y Cargill) dominan las importaciones danesas de soja paraguaya.
Los riesgos que existen en el negocio de Danish Crown de que los sistemas de certificación de balance de masas contaminen la producción porcina danesa con soja procedente de las explotaciones paraguayas que violan los derechos humanos también existen en el de 2 Sisters. La única diferencia de riesgo importante es que el volumen global y las proporciones de las importaciones de soja paraguaya a Dinamarca son menores que los del Reino Unido.
Las dos empresas de pienso dominantes entre los porcicultores daneses que suministran prácticamente todos los cerdos procesados por Danish Crown, a saber, DLG y Danish Agro, aceptan los falibles sistemas de certificación de balance de masas que mezclan soja certificada y no certificada, y parece que lo harán incluso después de 2025.
Ninguno de los dos proveedores principales de pienso de Danish Crown negó considerar que la soja con certificado de balance de masas constituyera una soja «físicamente certificada» y «de origen responsable verificado», que es el objetivo final declarado públicamente (aunque definido vagamente) de sus supuestamente «ambiciosos» planes de acción sobre la soja para 2025. Esto es así a pesar de todas las pruebas que demuestran que la mezcla resultante contiene sistemáticamente soja polémica sin verificar ni certificar.
Al igual que en el caso de 2 Sisters, ni Danish Crown ni Danish Agro ni tampoco ninguno de los 26 importantes minoristas británicos, franceses, alemanes e italianos ni las empresas de bienes de consumo que detectamos que venden o utilizan cerdo de Danish Crown refutaron nuestra valoración de que no saben si utilizan o seguirán utilizando soja procedente de las explotaciones que visitamos en Paraguay de las que se abastece ADM. Solo DLG negó haber recibido soja paraguaya de ADM en los últimos años.
No hay indicios de que las
diversas cadenas de supermercados y restaurantes mencionadas anteriormente
fueran conscientes de las vulneraciones de los derechos humanos en las cadenas
de suministro detalladas en este informe.
Sin embargo, su falta de conocimiento es en sí
misma parte del problema. Es razonable concluir que, incluso
en el marco de iniciativas de sostenibilidad de la industria coordinadas y bien
publicitadas, como el Manifiesto de la Soja del Reino Unido,
prácticamente la totalidad de los sectores cárnico y minorista de Europa han decidido mantener el riesgo de vulneraciones de los derechos humanos en sus cadenas de suministro, muchos de ellos aparentemente de forma indefinida, en lo que constituye una negligencia coordinada y premeditada que se disfraza de responsabilidad.
En respuesta a
nuestros hallazgos, Danish Crown nos dijo que encargaría una revisión
independiente de su cadena de suministro, que revisaría su política actual en
materia de soja y que «reforzaría la atención que
[prestan] a la deforestación, los derechos humanos y el uso de la tierra, en
función de la revisión independiente». La empresa también se comprometió a
«pedir a las empresas danesas de pienso que sean transparentes y den acceso a
Danish Crown para poder hacer un seguimiento de envíos específicos de
soja».
Danish Crown explicó también que, dado que «reconoce las
dificultades que entraña el establecimiento de cadenas de valor de la soja
sostenibles y transparentes», la empresa comprará créditos de la asociación
RTRS (Mesa Redonda sobre la Soja Responsable) «hasta que se disponga de
soja sostenible físicamente segregada». La empresa
afirmó que lo haría «para enfatizar que [quiere] una producción de soja
sostenible y transparente, así como para dejar claro que las cadenas de valor
sostenibles aún no existen a gran escala». Sin embargo, no indicó si
actualmente hace mención expresa a la soja segregada con certificación.
Las declaraciones parecían sugerir que
Danish Crown planeaba compensar su huella de soja no sostenible con
créditos de la RTRS y que lo hacía para demostrar que no era capaz de
garantizar que su soja fuera sostenible.
No obstante, en un comunicado a sus clientes en respuesta a nuestra
investigación, la empresa fue más explícita, al afirmar: «para 2025 queremos soja
físicamente segregada para todos los animales destinados al matadero de los
propietarios de nuestra cooperativa».
El hecho de que estas empresas
del Reino Unido y de la UE actúen ahora para eliminar de sus cadenas de
suministro estos riesgos estructurales para los derechos humanos será la
verdadera prueba de si realmente tienen la intención de cumplir con las
responsabilidades derivadas de las normas internacionales en materia de
derechos humanos que todas ellas afirman cumplir o si, por el contrario, las
consideraciones económicas seguirán poniendo en peligro su cumplimiento.
Déficit normativo
Cuando
la responsabilidad voluntaria de las empresas fracasa reiteradamente, se vuelve
necesario regularla.
En los
últimos años, la Comisión Europea ha elaborado dos textos legislativos
importantes que exigen a las empresas europeas medidas de diligencia debida en
sus cadenas de suministro. Se trata de una propuesta de reglamento que se
centra en la eliminación de la deforestación y la degradación y una propuesta de directiva para eliminar de las cadenas de
valor de la UE los daños y perjuicios en materia de derechos humanos y de medio
ambiente.
Ambas
iniciativas reconocen que la agricultura es un sector de alto riesgo; se
aplican a la soja y a sus productos derivados; y podrían y deberían
salvaguardar los derechos humanos, los derechos territoriales de los pueblos
indígenas y las comunidades locales y el principio del consentimiento libre,
previo e informado (CLPI). Sin embargo, sigue estando en entredicho si lo harán
en la medida suficiente.
SALA DE PLENOS DEL PARLAMENTO EUROPEO DURANTE LA CONFERENCIA DEL 70º ANIVERSARIO DE LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS. CRÉDITO: ALEXANDROS MICHAILIDIS/ALAMY LIVE NEWS
El
Parlamento Europeo está trabajando —ante las presiones de la industria (véase a
continuación la sección titulada Campaña a favor de una legislación laxa)— para
garantizar que la propuesta de reglamento de la Comisión Europea sobre la
deforestación se refuerce mediante la inclusión de requisitos sobre derechos
humanos reconocidos internacionalmente, entre ellos, los de los pueblos
indígenas y otros titulares de derechos consuetudinarios. Sin embargo, estos requisitos
básicos solo se aplicarían a la soja cuando la deforestación se haya producido
recientemente, con lo cual la normativa sería irrelevante para los graves casos
de violación de los derechos humanos expuestos en este informe.
Esto
deja a la propuesta de directiva sobre derechos humanos y medio ambiente la
responsabilidad de reparar las fisuras de la legislación europea.
En febrero de 2022, la Comisión
Europea publicó un proyecto de directiva para promover la responsabilidad de
las empresas mediante la exigencia de que evalúen su impacto sobre las personas
y el planeta. La directiva sobre diligencia debida de las empresas en materia
de sostenibilidad podría exigir a
las empresas que operan en la UE que apliquen la diligencia debida para
identificar, prevenir, mitigar y dar cuenta de los riesgos para los derechos
humanos y el medio ambiente asociados a sus actividades.
Si bien las organizaciones de la sociedad civil, como
Global Witness, han acogido con satisfacción esta propuesta, aún está por ver si la rendición de cuentas que
exija por las atroces violaciones de derechos humanos de las cadenas de valor
de la soja de la UE será suficiente.
Es
cierto que la propuesta exige a las grandes empresas que actúen con la diligencia
debida en sus cadenas de suministro, incluidas las extranjeras. Sin embargo,
las múltiples lagunas del texto probablemente permitirían que los grandes
comerciantes de la soja, como ADM y Cargill, y las empresas de la UE que
utilizan la soja que ellos compran, delegaran esta responsabilidad en
proveedores más pequeños o la evitaran por completo.
EL COMISARIO EUROPEO DE JUSTICIA, DIDIER REYNDERS, CUYA DIRECCIÓN GENERAL DE JUSTICIA ES RESPONSABLE DE LA PROPUESTA DE DIRECTIVA DE LA UE SOBRE DEBIDA DILIGENCIA EN MATERIA DE SOSTENIBILIDAD EMPRESARIAL. © ALEXANDROS MICHAILIDIS/ALAMY STOCK PHOTO
El
actual proyecto de directiva obligaría a las empresas a evaluar únicamente las
actividades de los proveedores con los que mantienen relaciones comerciales de
larga duración, con lo cual se pasaría por alto la estructura de muchas cadenas
de valor que dependen de estructuras comerciales a corto plazo y de múltiples
proveedores más pequeños. Por eso, es posible que los grandes comerciantes de
la soja ni siquiera estén obligados a ejercer la diligencia debida con
proveedores como los que aparecen en este informe.
Además, el proyecto de directiva de la
Comisión Europea permite que las empresas se apoyen en mecanismos cuestionables
para cumplir las obligaciones de diligencia debida que define.
Según la propuesta, las empresas pueden apoyarse en sus contratistas
para cumplir con sus obligaciones, lo que podría permitirles simplemente
trasladar a sus proveedores y otros agentes de la cadena de valor la
responsabilidad de llevar a cabo la diligencia debida, así como la defensa de
los derechos humanos y el cumplimiento de las normas ambientales.
La propuesta de la Comisión también permite que las empresas se apoyen en mecanismos cuestionables, como la verificación independiente por terceros e iniciativas de la industria para contribuir al cumplimiento de sus obligaciones de diligencia debida y demostrar su cumplimiento.
Tales mecanismos son los que han utilizado las empresas mencionadas en
este informe, incluso cuando persistían las prácticas abusivas.
Las certificaciones de balance
de masas utilizadas como referencia por las directrices de abastecimiento
responsable de soja de la FEFAC y regímenes
sectoriales como el Manifiesto
de la Soja del Reino Unido u otros equivalentes de Dinamarca, Francia y otros
países europeos adoptadas por las empresas mencionadas en este informe
podrían considerarse aceptables y exonerar a las empresas de sus
responsabilidades, incluso cuando en sus cadenas de suministro sigan
produciéndose violaciones.
Por último, el proyecto publicado no reconoce
a las partes interesadas, entre ellas, las comunidades indígenas y los
defensores de la tierra y el medio ambiente, como agentes cruciales con los que
las empresas deben colaborar constantemente. El proyecto se limita a afirmar
que se les debe consultar «cuando corresponda».
Resulta esencial que la
legislación reconozca los derechos de los indígenas, entre ellos, los derechos
a la tierra establecidos en la legislación internacional (p. ej., su
derecho a ejercer el consentimiento libre, previo e informado) y que exija una
colaboración significativa con las comunidades afectadas y potencialmente
afectadas en los procesos continuos de diligencia debida de las empresas.
A menos que se refuerce considerablemente la directiva
propuesta sobre diligencia debida en materia de derechos humanos, ninguna de
las dos iniciativas legislativas fundamentales de diligencia debida de la UE
(una sobre deforestación y otra sobre derechos humanos y medio ambiente)
lograrán que los comerciantes de soja, las empresas de alimentación animal, los
operadores de explotaciones industriales y los procesadores de carne
mencionados en este informe ni tampoco los minoristas de grandes marcas que
apuntalan el multimillonario sector de la carne industrial en toda Europa
rindan cuentas de manera creíble.
El Reino Unido también tiene que desempeñar su papel para blindar su mercado frente a violaciones de los derechos humanos, como revela nuestra investigación.
Tanto
la sociedad civil como los grandes inversores están pidiendo cada vez más que
en el Reino Unido se adopte una legislación obligatoria de diligencia
debida de las empresas en materia de derechos humanos que esté en consonancia
con las normas de las Naciones Unidas y la OCDE; los sondeos indican que cuatro
de cada cinco ciudadanos británicos apoyan dicha legislación.
La Ley
de Medio Ambiente de 2021, aprobada en noviembre de 2021, también incluye el
alcance de aplicación necesario para prohibir a las empresas británicas la
importación o el uso de soja vinculada a violaciones de derechos humanos o al
uso ilegal de la tierra. El anexo 17 de esta ley prohíbe a las personas sujetas
del Reino Unido utilizar productos básicos de producción ilegal que no cumplan
las «leyes locales pertinentes»
y define estas como las leyes relativas a la propiedad y el uso de la tierra en
la que se ha producido el producto básico.
Muchos de los casos de propiedad ilegal de la tierra, uso ilegal de plaguicidas
y desalojos forzosos violentos del tipo detallado en nuestra investigación
deberían estar dentro del alcance de la ley. Sin embargo, el anexo 17 no será
aplicable hasta que se apruebe una «normativa elaborada por la Secretaría de
Estado» y las fechas previstas para esta normativa están en el aire.
Campaña a favor de una legislación laxa
Muchas empresas que son fundamentales para el abastecimiento de soja tanto para 2 Sisters como para Danish Crown tienen un papel influyente en organismos profesionales que han presionado para debilitar los requisitos de diligencia debida de la soja de la Unión Europea, lo que perpetuaría el riesgo para los derechos humanos que existe en el suministro de soja de Europa.
En marzo de 2022, Unearthed, el proyecto
de periodismo de Greenpeace Reino Unido, reveló que, en octubre y noviembre de
2021 —incluso durante la Cumbre sobre el Clima celebrada en Glasgow—, FEDIOL
(la asociación que representa a la industria de aceites vegetales y harinas
proteicas de la UE) y COCERAL (la asociación europea de comerciantes de
cereales y oleaginosas) se unieron a la Federación Europea de Fabricantes de
Alimentos Compuestos (FEFAC) para presionar al vicepresidente ejecutivo para el
Pacto Verde Europeo de la Comisión Europea, Frans Timmermans, y a altos
funcionarios de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea.
Las federaciones comerciales argumentaron que
garantizar la trazabilidad hasta explotaciones geolocalizadas, lo cual es
esencial para detectar la deforestación y el riesgo para los derechos humanos,
planteaba problemas de privacidad y confidencialidad comercial para las
empresas implicadas. También afirmaron que la segregación de los productos que
no contribuyen a la deforestación y aquellos vinculados a la deforestación —lo
cual es igual de importante para eliminar la deforestación de las cadenas de
suministro— conduciría a un alza de los precios y reduciría las fuentes de
suministro. Los grupos instaron a la UE a eliminar ambos requisitos de una
propuesta de reglamento comunitario sobre la deforestación.
Las políticas que defienden los grupos profesionales garantizarían que las empresas pudieran seguir comercializando en el mercado único europeo la soja producida mediante deforestación o violando los derechos humanos, a pesar de que el reglamento lo prohibiría de forma nominal.
De este modo, dejarían abierto el camino
a los sistemas de certificación de balance de masas que utilizan ADM, Cargill,
Bunge y Cefetra y que aceptan las empresas y los minoristas del sector cárnico
europeo.
ADM, Cargill, Bunge,
Cefetra, DLG y Danish Agro ocupan puestos directivos influyentes en estos
organismos profesionales europeos o en organismos nacionales que tienen una
influencia considerable sobre ellos.
El presidente de FEDIOL tiene un puesto ejecutivo en Bunge, mientras
que su vicepresidente actualmente ocupa un cargo ejecutivo en Cargill, después
de haber pertenecido al consejo de ADM. El vicepresidente de COCERAL es
ejecutivo de Cefetra; además, esta empresa es miembro corporativo del consejo
de la asociación europea, junto con Bunge, Cargill y ADM. El actual presidente del consejo de la
FEFAC es un antiguo director general de DLG que ahora ocupa el cargo de
director de la secretaría de Dansk Korn & Foder (DAKOFO), la
asociación danesa de la industria del cereal y el pienso. El consejo de DAKOFO incluye a cinco ejecutivos
actuales de DLG y a dos de Danish Agro, mientras que uno de DLG ejerce el
cargo de presidente de DAKOFO y uno de Danish Agro el de vicepresidente. Además, DAKOFO cuenta con representación en el
consejo de COCERAL.
Bunge comunicó a
Global Witness que «refuta enérgicamente» cualquier insinuación de que haya
participado en el debilitamiento de la futura reglamentación de la UE en
materia de deforestación.
Cuando el Parlamento Europeo votó por abrumadora mayoría, en una sesión
plenaria el 13 de septiembre de 2022, a favor de reforzar una propuesta de la
CE sobre el reglamento en materia de deforestación para incluir la trazabilidad
hasta el lugar de recolección o producción de los productos, los tres organismos profesionales
emitieron una declaración en la que expresaban su «pesar» por la medida
adoptada.
UN SILO DE SOJA DE CARGILL AL ESTE DE PARAGUAY. GLOBAL WITNESS.
La UE debe:
Garantizar que la directiva sobre diligencia
debida de las empresas en materia de sostenibilidad llegue a ser un mecanismo
eficaz para que las empresas rindan cuentas y no se vea socavada por la
dependencia de sistemas de verificación independiente por terceros, sistemas de
certificación o garantías contractuales ineficaces ni por la ausencia de una
colaboración significativa con las partes interesadas. Esta directiva debe:
- Sustituir las referencias a las relaciones comerciales
establecidas por «relaciones comerciales», según la definición de la guía
para la interpretación titulada La responsabilidad de las empresas
de respetar los derechos humanos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Derechos Humanos (ACNUDH)
- Eliminar las
referencias a la verificación independiente por terceros y hacer hincapié
en que el deber de diligencia debida y la responsabilidad por el
incumplimiento de la directiva recaen en la empresa
- Exigir que las empresas colaboren de forma prudente, significativa y
continua con todas las partes interesadas —entre ellas, las comunidades
indígenas y los defensores de la tierra y el medio ambiente— para que puedan
hacer aportaciones a todas las etapas de la diligencia debida y la reparación,
con el objetivo de detectar y prevenir los riesgos y las repercusiones
negativas sobre los derechos humanos y el medio ambiente
- Dejar claro que la diligencia debida y los requisitos correspondientes
sobre la colaboración con las partes interesadas deben apoyar y en ningún caso
sustituir o socavar los deberes de CLPI ni otros derechos establecidos en
virtud del Convenio número 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, entre ellos, el derecho de
los pueblos indígenas a no ser expulsados de sus tierras o territorios, su
derecho a la reparación o compensación por las violaciones de sus derechos territoriales
y su derecho a ejercer el CLPI
El Gobierno del Reino Unido debe:
- Introducir una
legislación obligatoria de diligencia debida en materia de derechos
humanos y de medio ambiente para las empresas británicas, incluidas las
instituciones financieras, que esté en consonancia con las normas
empresariales y de derechos humanos de las Naciones Unidas y la OCDE
- Presentar con
urgencia la normativa derivada de la Secretaría de Estado estipulada en el
anexo 17 de la Ley de Medio Ambiente de 2021, a fin de garantizar que
las empresas británicas no importen ni utilicen soja producida de tal modo
que se incumplan las «leyes locales pertinentes» sobre la propiedad y el
uso de la tierra en países como Paraguay
Las empresas, incluidas las mencionadas en este informe, que
comercializan soja o productos derivados de ella, como pienso, ganado o carne,
deben:
- Tomar medidas urgentes respecto a este informe,
entre otras cosas, garantizando que no se produzcan más daños y perjuicios
(como los desalojos ilegales y violentos, las restricciones del acceso a
la tierra y las fumigaciones ilegales), que las comunidades afectadas
reciban una reparación adecuada y que se rescindan los contratos con
aquellos agentes que sigan causando daños y perjuicios o contribuyendo a
ellos o que no prevengan o reparen los daños y perjuicios de sus cadenas
de suministro
- Dar prioridad a la
inversión en la diligencia debida en materia de derechos humanos y
territoriales para adaptar las políticas y prácticas a las normas
internacionales de derechos humanos y derechos de los indígenas, lo cual
incluye:
- Establecer mecanismos de
reclamación y procedimientos de mediación de conflictos seguros, eficaces,
transparentes y accesibles, en consonancia con los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, que ofrezcan protección
a los defensores de los derechos humanos, de la tierra y del medio ambiente y a
los denunciantes de irregularidades y que permitan una rápida reparación
- Aumentar la
transparencia en todas las operaciones empresariales, lo que incluye informar
públicamente de las acciones emprendidas en el marco de los mecanismos de
reclamación y de los resultados de la reparación, así como facilitar a las
comunidades afectadas el acceso a la información en lenguas y formatos
accesibles
- Aplicar
con rigor una política de tolerancia cero con respecto a las represalias y
los ataques contra los defensores de la tierra y el medio ambiente en
todos los niveles de las operaciones empresariales, incluso en sus
operaciones globales, cadenas de suministro y relaciones comerciales. Este
tipo de políticas deben incluir protocolos para salvaguardar los derechos
de los defensores de la tierra y el medio ambiente y establecer qué
puestos ejecutivos serán los responsables del cumplimiento legal, así como
la forma en que se aplicará y supervisará dicho cumplimiento, y líneas
rojas claras para la rápida suspensión o terminación de los contratos para
los proveedores que no cumplan las políticas
El Gobierno de Paraguay debe:
- Investigar los casos de acaparamiento ilegal de tierras,
desalojos forzosos ilegales y violentos y uso ilegal de plaguicidas y sus
repercusiones en las comunidades indígenas y campesinas que se detallan en
este informe, así como procesar a las personas que se descubra que han
infringido las leyes pertinentes y violado los derechos de las comunidades
afectadas
- Ratificar e
implementar el Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la
Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en
América Latina y el Caribe (Acuerdo de Escazú), lo que incluye las medidas
específicas contempladas en el artículo 9 para reconocer, proteger y
promover los derechos humanos y a los defensores del medio ambiente
- Derogar la Ley
6830/2021, conocida como «ley Zavala-Riera» en honor a los senadores que
la presentaron, y abstenerse de utilizar mecanismos legales, incluido el
derecho penal, para reprimir a quienes defienden sus derechos
territoriales y ambientales
- Establecer un mecanismo claro, con financiación y coordinación
entre las instituciones estatales y de otra índole, por el que los pueblos
indígenas puedan reivindicar sus tierras ancestrales, tal y como se pidió
en una sentencia de 2010 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
- Aplicar la recomendación de la Relatora Especial de las Naciones
Unidas sobre el derecho a la alimentación de introducir impuestos sobre la
exportación de granos, incluyendo la soja, para aumentar los ingresos
destinados al gasto social
- Aumentar la financiación de los organismos estatales responsables
de la aplicación de la reforma agraria, la defensa de los derechos territoriales
de los pueblos indígenas y la aplicación de la normativa ambiental,
especialmente la relativa a la fumigación de la soja, y garantizar que se
sancione debidamente a quienes infrinjan la normativa, incluidos los
agentes estatales
Esta es una traducción al español del informe "Toxic Takeaways", publicado originalmente en inglés en diciembre de 2022. En caso de discrepancias o falta de claridad, consulte la versión original en inglés.