El asesinato cuádruple que tuvo lugar en la región amazónica de Ucayali en septiembre de 2014 acaparó los titulares de la prensa internacional. Solo unos meses antes de que Perú organizara las negociaciones sobre protección de los bosques de la Conferencia de la ONU sobre el cambio climático celebrada en Lima, se encontraron en el corazón de la selva tropical peruana los cuerpos sin vida del líder ashéninka Edwin Chota y sus compañeros, Jorge Ríos Pérez, Leoncio Quinticima y Francisco Pinedo.
Murieron asesinados a manos de madereros ilegales a los que habían intentado expulsar de sus tierras ancestrales.
En el informe El ambiente mortal de Perú se demuestra que estas muertes forman parte de una tendencia creciente. Perú es el cuarto país más peligroso del mundo para los defensores de la tierra y el medio ambiente. Entre 2002 y 2014 se asesinó a 57 de ellos, por lo menos, y más del 60 % de estos asesinatos se han perpetrado en los últimos cuatro años. La mayoría de estas muertes ocurrieron en el contexto de disputas por la tierra, la minería y la tala.
"Bienvenido a la tierra sin ley. Aquí solo reina el imperio de las armas." Edwin Chota, hablando en 2011 con un periodista sobre el bosque en el que vivía.
El valor del comercio de la madera ilegal de Perú es 1,5 veces superior al de las exportaciones de madera legal del país y en El ambiente mortal de Perú se insinúa que hay connivencia entre los madereros y algunos funcionarios del Gobierno. Edwin Chota había recibido numerosas amenazas de muerte por oponer resistencia a las bandas de delincuentes que estaban arrasando con los bosques de su comunidad, pero sus ruegos a las autoridades no fueron atendidos.
En «Nuestra lucha» se muestran las secuelas del asesinato de los cuatro líderes y activistas indígenas. Gracias a sus viudas y amigos aprendemos sobre la constante lucha de la comunidad por obtener la titularidad de sus tierras.
Por toda Latinoamérica ha podido demostrarse una relación entre el fortalecimiento de los derechos indígenas sobre la tierra y la mejora del estado de los bosques, así como la reducción de las emisiones de carbono. El 72 % de las comunidades indígenas de Perú aún no tienen forma de demostrar sus derechos de tenencia de la tierra y todavía quedan reclamos de más de 20 millones de hectáreas de tierras pendientes de tramitar.
Estos datos ponen en tela de juicio los compromisos internacionales adquiridos por Perú para proteger sus selvas tropicales y a las personas que dependen de ellas.
El mes pasado, Diana Ríos, hija de Jorge Ríos Pérez, recibió el galardón al activismo ambiental de la Fundación Alexander Soros, en nombre de su difunto padre, sus compañeros y el resto de su comunidad.
Los gobiernos no pueden seguir debatiendo el destino de nuestro planeta mientras hacen caso omiso al asesinato y la intimidación de las personas corrientes que se colocan en la línea de fuego para defenderlo. Personas como Edwin Chota encarnan la valentía y la tenacidad que se necesitan para solucionar la crisis climática. Pero estamos perdiendo a estas personas en las batallas silenciosas que se libran lejos de las salas de reuniones y conferencias en las que se toman las decisiones.
¿Cómo se puede mantener la masa forestal y mitigar el cambio climático si los defensores de los bosques están muriendo asesinados? El Gobierno peruano debe reconocer que en los bosques hay personas y otorgarles derechos sobre estos bosques - David Salisbury, profesor de la Universidad de Richmond y experto en derechos indígenas en la Amazonía peruana.
El Gobierno de Perú tiene que reconocer de inmediato el alto grado de vulnerabilidad de los defensores de la tierra y el medio ambiente, aumentar las campañas que realiza para protegerlos y procesar a quienes los intimiden o asesinen.