En enero de este año, el reconocido defensor de derechos humanos Isidro Baldenegro López, fue asesinado mientras visitaba a su familia en el norte de México. En 2005, Isidro había recibido el Premio Goldman por su campaña no violenta contra la tala ilegal de árboles en los bosques de la región.
El asesinato de Isidro me afectó mucho, dado que yo había pasado cinco años de mi vida en México trabajando para la ONG Brigadas Internacionales de Paz (PBI) – llevando a cabo incidencia internacional y acompañamiento protector para prevenir ataques en contra de defensores y defensoras de derechos humanos bajo amenaza.
Los individuos valientes que pretendíamos proteger me enseñaron volúmenes sobre el activismo para los derechos humanos, y siguen inspirándome hoy. Sin embargo, también aprendí de los inmensos riesgos enfrentando a defensoras y defensores en México. El asesinato de Isidro atrajo de nuevo la atención internacional a esta realidad escalofriante.
Hoy, PBI lanza una nueva publicación, Defender la Vida, Personas defensoras de tierra, territorio y medioambiente en riesgo, recopilando testimonios, información del terreno y análisis experta, para resaltar la vulnerabilidad de las personas defensoras de la tierra y del medio ambiente. Ofrece recomendaciones sobre lo que los Estados y empresas puedan hacer para mejorar esta situación.
El informe es oportuno. El asesinato de Isidro resultó emblemático de cómo ha empeorado el escenario internacional para los líderes comunitarios, activistas indígenas, abogados de derechos humanos y trabajadores de las organizaciones no gubernamentales que defienden los derechos de la tierra y el futuro de nuestro planeta. Global Witness documentó la cifra récord de 200 personas defensoras de la tierra y el medio ambiente asesinadas durante el 2016, con más de 164 asesinatos ocurridos en los primeros diez meses de este año.
Estos números son un ejemplo alarmante de que el medio ambiente se ha transformado en un nuevo campo de batalla para los derechos humanos. A nivel global, las industrias están entrando cada vez más a nuevos territorios, impulsados por la demanda de productos como la madera y minerales. Incluso los proyectos llamados de “energía limpia” dejan una huella sangrienta cuando las comunidades son desplazadas ilegalmente por hidroeléctricas y parques eólicos.
Personas defensoras en México: criminalizadas además de asesinadas
México sigue estando entre los países más violentos para las personas defensoras de la tierra y del medio ambiente, pero este año ha habido más asesinatos que nunca. Sin embargo, este es solo el punto más álgido del problema: los activistas mexicanos y sus familias también enfrentan amenazas, ataques, vigilancia y hostigamiento. Además, quienes se niegan a ceder sus derechos para la imposición de proyectos empresariales, están siendo cada vez más silenciados por la criminalización.
Tanto las empresas como el gobierno han estigmatizado a las personas defensoras. Cuando yo trabajaba en México, colaboré de forma cercana con la ONG Prodesc. Cuando ellos exigieron que Excellon respetara los derechos de las comunidades afectadas por la minería, fueron públicamente difamados, señalándolos como opositores al desarrollo.
Otros se enfrentan a la amenaza del encarcelamiento. Mi amiga Bettina Cruz fue arrestada y sujeta a tres años de hostigamiento judicial con cargos fabricados en represalia a su oposición a la instalación de parques eólicos en comunidades sin su consentimiento. A nivel global, las personas defensoras también han debido enfrentar denuncias interpuestas por empresas. Considerándolo todo, la criminalización se está utilizando para silenciar a las personas defensoras, dañar su reputación, atraparlos en costosos juicios legales, y disuadir las voces críticas.
Qué debe cambiarse
El estado mexicano tiene la obligación bajo la ley internacional de garantizar que las personas defensoras de derechos humanos puedan llevar a cabo su activismo de manera segura, y ya es el momento de que hagan de esto una prioridad. El Relator Especial de Naciones Unidas Sobre la Situación de Personas Defensoras de Derechos Humanos ha enfatizado que quienes defienden la tierra y el medio ambiente enfrentan riesgos específicos y más elevados, debido a que tocan intereses de las empresas. Por lo tanto, para mantener su seguridad también se necesitan acciones de parte de empresas, inversionistas, y los estados extranjeros y sus embajadas.
Todos ellos pueden prevenir que surjan amenazas al garantizar que las comunidades puedan dar o negar su consentimiento libre, previo e informado sobre el uso de su tierra y sus recursos naturales.
Todos pueden hacer más para apoyar y proteger a las personas defensoras: hacer declaraciones cuando ocurren amenazas, e implementando medidas para su protección.
Se puede trabajar también en una mayor rendición de cuentas. Para disuadir futuras amenazas, los responsables de los ataques deben ser llevados ante la justicia, mientras que aquellos que no apoyan ni protegen a los defensores deberían enfrentar consecuencias políticas, financieras y judiciales. La impunidad es el oxígeno que alimenta los ataques. La impunidad permitió que Isidro Baldenegro fuera asesinado.
Además del deber ético y legal de los Estados, inversores y compañías, vale la pena subrayar que la protección de personas defensoras también beneficia a los negocios. Su experiencia puede ayudar a compañías e inversores en la identificación, prevención y mitigación de abusos de derechos humanos, en navegar leyes y contextos específicos, a construir relaciones locales, minimizar conflictos costosos y evitar impactos adversos. Dónde las comunidades son escuchadas y defensores son seguros, es más probable que los negocios sean exitosos y sostenibles.
Es hora de tomar acciones
El caso de Isidro es emblemático del contexto mexicano actual. Él defendió los derechos de los más marginados, pero también demandó un mejor medioambiente para todos nosotros. Fue encarcelado por el Estado, amenazado por los taladores, y fue asesinado por sicarios. Las amenazas previas en contra de él no fueron castigadas y nadie hizo lo suficiente para protegerle. Su vida fue recortada y se perdió su conocimiento.
Muchos de las y los defensores que yo acompañaba en México, hoy día son mis amigos. Y me duele todavía que ellos tienen que vivir con el miedo de los ataques y los asesinatos; con la ansiedad de tener que proteger a sus hijas e hijos quienes también sufren amenazas; con el estrés de estar bajo vigilancia o difamados en los medios.
Esta situación es absurda ya que finalmente beneficia a nadie. Un México sustentable y próspero para todos los mexicanos sólo será posible si las voces de los expertos como Isidro se escuchan; si las personas defensoras de la tierra y del medio ambiente pueden trabajar libremente. El tiempo de actuar es ahora.
Este artículo fue adoptado del prólogo a la nueva publicación de PBI México, Defender la Vida, Personas defensoras de tierra, territorio y medioambiente en riesgo.
Ben Leather es Encargado de Incidencia para la protección de defensores/as de la tierra y el medioambiente en Global Witness. También es integrante del Comité Estratégico de PBI México. Usted puede seguirle en Twitter: @BenLeather1